El rey de Marruecos, Mohamed VI, lanzó ayer la que quizá haya sido la traca final de la catarata de protestas vertida desde Rabat con motivo del viaje real a Ceuta y Melilla. El soberano marroquí repitió los argumentos ya conocidos para condenar la "lamentable" visita, que calificó de "acto nostálgico de una era oscura y definitivamente superada", pero con menos solemnidad de la esperada. No lo hizo, como se preveía, en el discurso televisado para conmemorar el aniversario de la Marcha Verde, sino en un comunicado leído por uno de sus consejeros al inicio del Consejo de Ministros, y que la agencia oficial de noticias MAP distribuyó apenas una hora y media antes de la alocución. Un gesto que parece ser conciliador, y como tal fue apreciado por fuentes de Exteriores en España.

En todo caso, el comunicado real no rehúye en absoluto los calificativos ante "la flagrante falta de respeto" por parte del Gobierno español de "la letra y el espíritu" del tratado de amistad y cooperación de 1991. Así, responsabiliza a España de "las consecuencias que pudieran poner en peligro el futuro y la evolución de las relaciones entre los dos países", e incluso llega a denunciar la "explotación" política de las "constantes nacionales sagradas" de Marruecos. Sin embargo, el rey dice que la "llamada a consultas por un periodo indeterminado" de su embajador en Madrid "ha dado cuerpo a nuestra posición de rechazo", de lo que se deduce que no habrá otras medidas inmediatas.

Fuentes de la diplomacia española señalaron que "España entiende la sensibilidad marroquí y hará todo lo posible para mejorar esta situación", mediante "el trabajo conjunto para profundizar en las relaciones", informa Pilar Santos.

La receta de Mohamed VI para que las relaciones bilaterales salgan del atolladero repite, casi palabra por palabra, el enunciado de la famosa "célula de reflexión" propuesta en su día por su padre, el rey Hassan II, a la que España siempre hizo oídos sordos: "El respeto de las virtudes de un diálogo honrado, franco y abierto sobre el futuro", que "garantice" los derechos de soberanía de Marruecos y "tome en cuenta los intereses de España".

SIN NOVEDAD EN EL SAHARA En el discurso conmemorativo, pues, el rey de Marruecos se centró en el conflicto del Sáhara Occidental, aunque se limitó a reiterar con contundencia las posiciones ya conocidas de Rabat, que ocupa el territorio desde 1975. Así, Mohamed VI no se movió ni un milímetro: Para el Sáhara Occidental, "Marruecos no aceptará nada que no sea la autonomía" bajo su soberanía.

El rey Mohamed VI también anunció en su discurso que los marroquís residentes en el extranjero (más de un 10%) dispondrán antes de fin de año de un Consejo Superior que debe centralizar y racionalizar las políticas sobre migración. Más de 600.000 viven en España.