Desde "sana envidia", pasando por "enorme error" y llegando a "delírium trémens". La aprobación en referendo de la independencia de Montenegro con respecto a Serbia y una posible traslación al territorio español ha supuesto para unos un espejo en el cual mirarse y para otros el paradigma de todos los males. La que será nueva república balcánica se sitúa en el horizonte estatutario de los nacionalistas e independentistas vascos y catalanes y en las antípodas de los conservadores españoles.

"El referendo nos produce una sana envidia democrática", afirmó ayer el líder de Esquerra, Josep Lluís Carod-Rovira. "Hay algo del proceso que nos interesa mucho, y es que en lugar de decidir de forma vergonzosa en referendo si se acepta un Estatut recortado, el pueblo de Montenegro ha podido expresar con libertad si quiere ser o no un país independiente", destacó.

DERECHO CIUDADANO "La autodeterminación es un derecho del conjunto de los ciudadanos, por encima de cuestiones historicistas", remató el consejero de Justicia del Gobierno vasco, Joseba Azkarraga, quien espera que la sociedad también pueda pronunciarse en Euskadi.

Por parte del PP, Acebes aprovechó para afirmar que el nuevo Estatuto catalán persigue "un modelo confederal" como el que tenía hasta ahora Montenegro con Serbia. Mientras, el alto representante para la política exterior y de seguridad de la UE, Javier Solana afirmó que "raya en el delírium trémens" cualquier comparación entre el referendo de Montenegro y el debate territorial español.

El secretario de organización del PSOE, José Blanco, dijo ayer que el partido respetaba el resultado del referendo montenegrino, pero su correligionario en el País Vasco Rodolfo Ares, portavoz de la ejecutiva del PSE-EE, pidió a los nacionalistas vascos que se dejen de comparaciones y se preocupen por consolidar la paz en Euskadi.