José Montilla no es amigo de improvisaciones ni de ocurrencias. El líder socialista, que hoy será investido presidente de la Generalitat de Cataluña, no se permitió cambiar ayer en el Parlamento autonómico ni una sola coma del discurso de investidura que llevaba escrito en 34 folios marcados por la prioridad de la política social, el arrinconamiento de la reivindicación nacionalista, la promesa de estabilidad y la mano tendida a la oposición para pactar los grandes asuntos.

Pero su proverbial alergia a la espontaneidad no le impidió sorprender a propios y a extraños. "Soy un trabajador y me siento orgulloso de ello", proclamó al final de su alocución. Un trabajador que hoy se convertirá en el primer presidente de la Generalitat democrática nacido fuera de Cataluña. Uno más de los miles de emigrantes andaluces, aragoneses, extremeños, gallegos o castellanos que entre los años 50 y 70 llegaron a Cataluña espoleados por la necesidad.

HECHO HISTORICO Esta será la noticia de fondo, la auténtica noticia histórica, cuando esta tarde la coalición de izquierdas (PSC, ERC e ICV-EUiA) haga valer su mayoría y el Parlament invista a Montilla president . Se quebrará así un mito tan insalubre como inapelable ha sido hasta hoy: el de que la máxima magistratura catalana estaba reservada a catalanes de varias generaciones y de procedencia social acomodada.

De esta manera, la elección de Montilla tiene que ver sin duda con la normalización política y social de Cataluña, justo cuando el país vive ya su segunda gran oleada migratoria, esta última más numerosa, diversa y multicultural que la que en 1971 llevó a los Montilla de Córdoba al cinturón obrero de Barcelona.

"Esta es mi patria", dijo Montilla ayer en el Parlament , sacudiéndose de encima todo halo de complejo. "Yo no puedo hablar de la Cataluña de mis antepasados, pero sí de la de mis hijos. Y quiero que sea la de mis nietos". El discurso de investidura del político socialista, como había adelantado el miércoles este diario, se centró en la divisa principal de Montilla: dotar a Cataluña de un Gobierno estable y eficaz que dé prioridad a las políticas sociales y deje de lado la perpetua reivindicación nacionalista. "Así haremos más patriotismo que con mil proclamas sobre nuestra identidad", dijo.

A la hora de prometer eficacia y estabilidad, Montilla tuvo sumo cuidado en no citar expresamente las muchas turbulencias políticas que tuvieron al Gobierno de Pasqual Maragall instalado en el sobresalto. Pese a ello, el espíritu de los estremecimientos de la pasada legislatura se paseó en el hemiciclo. Y hoy se hará verbo cuando a la oposición le llegue el turno en el debate.

CiU no tomará la mano tendida por Montilla. Artur Mas cargará hoy contra el inminente president acusándole de anteponer la gestión a la nación. Y tratará de abrir brechas en el tripartito ahondando en las diferencias que los socios tienen en determinados proyectos.

CiU mantendrá una actitud de cautela expectante. Aguardará a ver si la reconstituida coalición de izquierdas cae de nuevo en el pozo del sobresalto continuo o si, por el contrario, ha aprendido la lección y logra imprimir estabilidad al Govern.