Las fuerzas de la izquierda van desbrozando a contrarreloj el camino hacia la reconstitución de su alianza de gobierno. El líder socialista, José Montilla, comunicó ayer al nacionalista Artur Mas que su objetivo es reeditar el tripartito progresista, para lo que ya está negociando con ERC e ICV-EUiA. El republicano Josep Lluís Carod-Rovira se expresará en términos similares hoy en una entrevista con Mas.

El proceso de contactos y negociaciones para la formación del nuevo Govern se aceleró ayer hasta el frenesí. Las formaciones del tripartito saben que toda demora en la negociación juega en contra de su proyecto, pues el Gobierno socialista y gran parte del empresariado presionan en favor de la alianza sociovergente que propone CiU.

Mas planteó ayer tarde a Montilla su propuesta de negociar un acuerdo de gobierno con el PSC merced al cual el líder nacionalista asumiría la presidencia de un Ejecutivo catalán de amplia base parlamentaria. A cambio, CiU garantizaría la estabilidad del Gobierno del PSOE, cuyo presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, suspira por desembarazarse del abrazo de ERC.

ADVERSARIOS DIRECTOS Pero Montilla rechazó esa posibilidad. El líder del PSC le repitió que, si al final fuera imposible renovar la alianza de izquierdas, el líder socialista no aceptaría el pacto CiU-PSC que propone Mas. Si no hay Gobierno tripartito, los socialistas estarán en la oposición, sentenció Montilla.

El presidenciable del PSC argumentó que una Generalitat sociovergente sería inviable, porque no hay ninguna razón de urgencia que lo requiera y, sobre todo, porque CiU y el PSC son adversarios directos que deberán enfrentarse dentro de unos meses en las municipales del 2007 y luego en las legislativas del 2008, y en esas circunstancias sería prácticamente imposible mantener en pie una coalición de gobierno.

La dirección socialista cree que la sociovergencia significaría el suicidio político del PSC, al atar sus manos y su suerte a un president nacionalista y dejar vía libre a ERC e ICV para que engordasen a costa de los socialistas en la oposición.

Mas respondió a Montilla que hoy explorará con Carod-Rovira las posibilidades de un entendimiento CiU-ERC, y ambos quedaron en mantener otro contacto, esta vez telefónico, el lunes.

El lunes, sin embargo, quizás esté ya todo decidido, a tenor del ritmo que los actores principales le están imprimiendo al proceso. De hecho, Mas tenía previsto reunirse con Carod el lunes, pero ayer, al comprobar que los líderes de la izquierda pisaban con fuerza el acelerador, adelantó a esta misma mañana la cita con el dirigente republicano. En este encuentro, según fuentes republicanas, Carod también informará a Mas de que ERC intenta renovar la alianza progresista y que con ese objetivo ya negocia con Montilla y Saura.

VACUNA CONTRA LOS ERRORES La rueda de conversaciones empezó a rodar el jueves con un almuerzo entre Montilla y Saura. Y siguió ayer a ritmo frenético: un desayuno entre Saura y Carod; una reunión entre el republicano y el president , Pasqual Maragall, y otra entre Montilla y Carod; y la entrevista de la tarde entre Mas y el presidenciable socialista. Las tres formaciones de izquierda coinciden en que la renovación de su alianza exige vacunarse antes contra los errores del tripartito anterior. Para Montilla es irrenunciable: si no recibe una garantía firme de ERC, preferirá irse a la oposición.

Esa garantía supone que los tres socios asuman que el president debe ser el líder único del Govern , y que los consellers deben ser corresponsables del Ejecutivo, independientemente de su militancia. Y, sobre todo, por acordar cómo gestionar las discrepancias programáticas, y proteger la agenda electoral del PSOE de la más mínima estridencia en el Gobierno catalán.

En el debate también terciaron José Bono y Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Como si no hubieran oído a Zapatero, que instó a los suyos a no interferir en los pactos, dos de los más significados barones del PSOE se pronunciaron públicamente en contra de que Montilla reedite el tripartito. Bono calificó como "suicida" otro pacto del PSC con ERC e ICV, después de constatar que el que anterior "ha hecho daño" al PSOE. Ibarra, más original, consideró que la situación que han arrojado las urnas es "ingobernable", por lo que se impone un nuevo proceso electoral a modo de segunda vuelta.