Lo de Eduardo Zaplana no tiene precio. Todos los días consigue dejar a su jefe de filas, Mariano Rajoy, como un auténtico centrista moderado. Si el martes mantuvo dudas sobre la investigación del 11-M que el presidente del PP había dado por despejadas, ayer eclipsó el duelo de Rajoy con José Luis Rodríguez Zapatero a cuenta de la inclusión del término nación en el preámbulo del Estatuto de Cataluña.

Zaplana no se arredra por tener que preguntar a la vicepresidenta, lo que le obliga cada miércoles a intervenir después de Rajoy y a ver relegadas sus frases bajo los titulares que se lleva su jefe de filas. El consigue erigirse en protagonista a base de tensar el mensaje. Ayer volvió a coincidir con Rajoy en preguntar sobre el Estatuto. Pero logró imponerse con una perla dialéctica que despertó a los presentes del letargo provocado por la aburrida marcha de la sesión. "A usted que se ha aficionado tanto a disfrazarse... le pediría que se vistiera alguna vez de vicepresidenta", espetó el portavoz del PP a De la Vega en alusión a la fotografía de su viaje por Africa, en la que la vicepresidenta aparece ataviada con el traje típico de Mozambique.

Con intención

Las protestas de las bancadas progresistas obligaron a Manuel Marín a detener la sesión de control. Recuperado el silencio, Zaplana retomó la palabra para dejar claro que su salida de tono no había sido un lapsus y que estaba decidido a dejar constancia en acta de sus alusiones a la indumentaria de la vicepresidenta. "No creo haber cometido ningún exceso", sostuvo en un tono que algunas diputadas encontraron "macarra".

La indignación se apoderó de las mujeres. Las progresistas abandonaron al unísono el salón de plenos para demostrar su desprecio al "machismo" del portavoz popular. Las nacionalistas se quedaron "para no dejar sola a la vicepresidenta", en explicación de Margarita Uría (PNV) y Uxue Barkos (Nafarroa Bai). Y las del PP se dividieron entre las que aguantaban el sonrojo y las que aplaudían la gracia de su jefe de grupo. Entre las primeras, la cara de Ana Pastor lo decía todo. Incluso lo que no se atrevió después a sostener en rueda de prensa: que ella formó parte de la delegación española que acompañó a la vicepresidenta en Africa y participó en todos los actos políticos de la agenda de De la Vega.

Ignorancia o machismo

Al final, la lealtad al partido se impuso y las diputadas populares comparecieron para defender a Zaplana y recordar la portada de Vogue del 2004 en la que aparecían las ministras posando con modelos de diseñadores cotizados, como precedente de la "afición a disfrazarse" de las mujeres del Gobierno. Como portavoz de las populares actuó la valenciana Susana Camarero, que defendió a su mentor sin matices.

Las diputadas progresistas apenas estuvieron fuera lo que duró la pregunta de Zaplana. Regresaron a tiempo de escuchar a De la Vega replicar así: "Me siento honrada de haber representado a este país en un encuentro con africanas, y prefiero esa imagen de vicepresidenta que la de las Azores". A tiempo para fundir los suyos a los aplausos de los diputados, y de escuchar la puntilla de De la Vega: "Lo que ha dicho no sé si es un problema de ignorancia, que sería inexcusable; de maledicencia, que sería intolerable; o de machismo detestable".