El día que se constituyó el Congreso, los diputados de Vox fueron los más madrugadores. Casi hicieron cola a las puertas del hemiciclo para ser los primeros en tomar asiento. Santiago Abascal ocupó el escaño de detrás del presidente del Gobierno, reservado habitualmente para el portavoz socialista. Y a su lado se coló José Zaragoza, del PSC, reivindicando el hueco. El resultado fue un juego de las sillas que ya anticipaba el difícil acomodo que tendrá Vox en el Congreso.

El reglamento de la Cámara baja otorga a la Mesa la potestad para distribuir a los grupos parlamentarios en los escaños del hemiciclo. Pero hay ciertas normas de cortesía, como respetar el eje izquierda y derecha. El PP, en el extremo derecho; el PSOE, en el izquierdo; y las primeras filas, justo detrás del banco azul del Gobierno, reservadas a portavoces y diputados selectos. Los grupos minoritarios acaban ocupando el 'gallinero', la última fila del hemiciclo, donde los grandes partidos mandan también a sus diputados relegados para dejarlos fuera de los focos. Vox tiene 24 diputados y es el quinto grupo parlamentario del Congreso, pero el destino de sus señorías parece estar condenado a ser el 'gallinero'.

"Asumimos lo peor", dijo el portavoz, Iván Espinosa de los Monteros. Porque no tener representación en la Mesa los priva de la toma de decisiones como esta. Y la provocación de Abascal, ocupando el escaño tras el presidente del Gobierno, no gustó en las filas socialistas. El líder de Vox amagó incluso con estudiar si enviarlos al 'gallinero' sería acorde con el reglamento, pero este solo señala que los diputados "tomarán asiento en el salón de sesiones conforme a su adscripción a grupos parlamentarios y ocuparán siempre el mismo escaño", además de reservar "un banco especial destinado a los miembros del Gobierno".

PODEMOS, TEMPORALMENTE EN EL 'GALLINERO'

"Tres minutos de telediario y cuatro años sin visibilidad en el Parlamento". La frase se escuchaba en los despachos de Podemos cuando en el 2016 el acuerdo de PSOE, PP y Ciudadanos los mandó al 'gallinero'. Los morados se debatían entonces entre sentarse a negociar y hacer entrar en razón al PSOE o pasarse toda la legislatura fuera del plano de las cámaras. El entonces portavoz de los morados, Íñigo Errejón, denunció la "cacicada" en el patio del Congreso, enseñando a los medios un dibujo del hemiciclo que relegaba "cinco millones de votos" a la última fila. Dos semanas después y tras varias negociaciones, un nuevo acuerdo de la mesa bajó a los de Podemos a las primeras filas, y casi todos los partidos asumieron su cuota de 'gallinero'.

Cuatro años después, los escaños vuelven a estar en disputa. Ni PSOE ni Unidas Podemos, con mayoría en la Mesa, quieren a Vox en un sitio visible que les dé (más) protagonismo. Y en los contactos con la mayoría de los grupos, no son pocos los que piden no tenerlos sentados a su lado. Como el PNV, que ya ha solicitado conservar su posición en el centro. O ERC, que ahora tiene que buscar acomodo a más del doble de diputados. Tampoco el PP consiente perder el extremo derecho, como tampoco perdió el izquierdo el PSOE con la llegada de Podemos.

Quien seguro estará en el 'gallinero' la próxima legislatura es otro diputado que se estrena: el secretario de organización de Podemos, Pablo Echenique. La falta de accesibilidad le impide llegar a otros asientos sin tener que atravesar la escalera, algo impensable para quien se desplaza en silla de ruedas.