Los 391 soldados españoles que participan en la misión de la OTAN para ayudar a los afectados por el terremoto del 9 de octubre en Pakistán (más de 95.000 muertos), recordarán siempre la Navidad del 2005 porque no tuvieron ni un día de fiesta, ni uno de descanso.

"Rectifico --dice el coronel Miguel García de las Hijas--; juntamos el día de la Constitución y la Inmaculada y lo celebramos el 9 de noviembre aprovechando la presencia del embajador de España". Fue su único día libre desde que llegaron al valle del río Malh, cerca de Arja, el 7 de noviembre.

Llegaron al mes del seísmo. Los zarpazos del terremoto eran terribles. Los habitantes de Cachemira, que viven muy pobremente en las laderas montañosas a 2.000 metros de altura, habían enterrado o incinerado a la mayoría de sus muertos, pero las casas estaban derruidas, los senderos intransitables y el hambre y la enfermedad al acecho. "En Arja y Bagh hubo 9.000 muertos y 60.000 heridos graves", dice el general José Antonio Bautís, al frente de la fuerza de la OTAN, de mayoría española y en la que hay 135 polacos, 120 italianos, 83 británicos, 10 lituanos y médicos holandeses que han hecho miles de curas y decenas de intervenciones quirúrgicas. "La sarna es una enfermedad muy frecuente", dice uno de ellos.

Manos a la obra

Los zapadores e ingenieros españoles se pusieron manos a la obra. "Ya sabes cómo somos, si hubiéramos sido ingleses no habríamos movido ni una piedra hasta no contar con las garantías suficientes de Bruselas en lo referido a los pagos del material", dice el coronel García, al recordar la demora de la burocracia de la OTAN.

Con las excavadoras, camiones y palas, los españoles entraron en acción: lo primero, retirar escombros. Actuaban en zonas señaladas por las autoridades paquistanís, sin armas a la vista y ante el recelo de jefes religiosos musulmanes y líderes nacionalistas. "Nos acusaban de robar piedras para construir una base permanente", explica el comandante Pedro Vallespín. "Pero la gente vio que íbamos a ayudar y más de una vez salieron en apoyo nuestro frente a algún mulá".

Una pala mecánica restauraba un camino, cientos de camiones desescombraban, la carretera Arja-Rawalakod quedaba despejada. Los soldados trabajaban en Bagh para construir dos colegios y un edificio comercial; en Arja levantaban una escuela y el consultorio. Con madera, cemento y chapa.

Los soldados españoles volverán a partir del 11 de enero y, como les dijo el general Félix Sanz, "nunca podrán olvidar la Navidad que en vez de consumir y recibir regalos, pasaron trabajando por los más necesitados". Sin descanso.