Los actuales comandantes y coroneles del Ejército tenían entre 10 y 15 años cuando se produjeron los hechos del 23 de febrero de 1981. Según Carlos García Alvarez, dirigente de la Oficina del Defensor del Soldado, ninguno vivió el ambiente golpista de la transición. "El sometimiento al poder democrático es absoluto, son conscientes de que no deben intervenir en política", dice Alvarez antes de señalar que el golpismo es "residual".