La Cataluña del 2017 no puede asemejarse a la del 2019. Lo constataron el sábado los soberanistas y, ayer, los constitucionalistas. El hervor en las calles en pleno apogeo del procés con unas leyes de desconexión inverosímiles, un referéndum aporreado y una Declaración Unilateral de Independencia (DUI) condenada al fracaso se ha evaporado. El pulso se mantiene, es cierto, y las calles siguen clamando tradicionales alegatos, pero las movilizaciones son menos cuantiosas y las exigencias, triviales.

Societat Civil Catalana (SCC) volvió ayer a liderar una protesta en las calles. La entidad constitucionalista presidida por Fernando Sánchez Costa consideró que era el momento de volver a exhibirse tras dos años sin agitar el centro de Barcelona alegando que no querían poner más leña al fuego. Reunieron en el paseo de Gracia de Barcelona a unas 80.000 personas, según la Guardia Urbana, una cifra que los convocantes elevaron a 400.000 bajo el lema «Por la concordia, por Cataluña: ¡Basta!». Unos datos que quedan muy por debajo en su medidor: según las mismas fuentes de la Policía Local, en la del 8 de octubre del 2017, tras el referéndum, conjuraron a 350.000 personas, y en la del 29 de octubre del mismo año, tras la DUI, 300.000 personas. Los CDR hicieron algunos cortes de carretera para intentar evitar la llegada de manifestantes.

El constitucionalismo respondió vestido de blanco como símbolo de la paz y con banderas españolas, senyeras y europeas al fallo del 1-0, y exigió la dimisión del president Quim Torra y el encarcelamiento de su predecesor, Carles Puigdemont.

Los manifestantes mostraron su apoyo a las fuerzas y cuerpos de seguridad a las puertas de la Delegación del Gobierno, donde se fotografiaron con agentes que custodian la zona. Otros se dirigieron después de la marcha a la Jefatura de la Policía en la Vía Laietana y les hicieron ofrendas. En el repertorio de cánticos hubo una actualización a raíz de los altercados desatados en Cataluña: «Barcelona no se quema» y «Los extintores serán siempre nuestros», corearon los manifestantes, que también lucieron pancartas en las que se podía leer «Independentistas, bajad los humos», con imágenes de contenedores ardiendo.

Para SCC fue todo un reto lograr la presencia del PSOE, PP y Cs. Los socialistas trataron de que se cancelase la protesta, que se celebró a tan solo 15 días de las elecciones generales, y la entidad vetó a Vox para facilitar un entendimiento, algo que enfureció a los ultras que quisieron hacer acto de presencia para reivindicarse y acusar al resto de «traidores a la patria».

Las comitivas de los políticos jugaban su propio partido: PP y Cs, con Pablo Casado y Albert Rivera al frente, buscaron aparecer en la foto de la cabecera que había sido reservada expresamente a representantes de la sociedad civil. Los socialistas, que contaron con los ministros del Gobierno en funciones de Fomento y Exteriores, José Luis Ábalos y Josep Borrell, dieron un espaldarazo al primer secretario del PSC, Miquel Iceta, y se manifestaron metros atrás de la línea que marcaba el compás. Los naranjas se saltaron parte del protocolo que pedía no llevar insignias partidistas y lucieron camisetas con el corazón tribandera que se identifica con Cs.

Sánchez Costa se dirigió a Torra arropado por la ovación de algunos manifestantes muy entregados: «President Torra, si no sabe gobernar, si no quiere gobernar para todos los catalanes, si prefiere hacer de activista y no de presidente de todos, es muy sencillo: President, posi les urnes (ponga las urnas)’, espetó, parafraseando una intervención de la expresidenta del Parlament Carme Forcadell, cuando dirigía la ANC.

El líder de SCC aseveró que el independentismo «ha convertido Cataluña en un coto sectario» y desdeñó los «chantajes» de Torra al Gobierno.