Maletines de cuero, bolsas de deporte, portafolios, mochilas o incluso bolsas de la compra de conocidas firmas de ropa con el nombre del detenido escrito con bolígrafo. Cualquier recipiente sirvió para transportar los fajos de billetes con los que los empresarios detenidos en la operación Malaya pagaron las fianzas --de hasta 500.000 euros-- para evitar la prisión.

Aunque salpicados por la mayor trama de corrupción municipal y urbanística destapada en los últimos años en España, los constructores mantuvieron el tipo y se marcharon en coches de lujo que les esperaban con el motor en marcha en la puerta de los juzgados. Los Mercedes de gama alta fueron los modelos más habituales, aunque también se pasearon por las inmediaciones coches BMW y un Jaguar con la tapicería de cuero blanco, como el que esperaba el pasado viernes a los ganaderos sevillanos.

Por si acaso

Todos confiaban en que saldrían en libertad, como respondieron luego a la prensa tras proclamar su inocencia, pero sabían que no les saldría gratis. Por ello, acudieron equipados con grandes cantidades de dinero en el interior de los vehículos. En algunos casos, el contenido de la primera maleta no era suficiente --aunque había billetes hasta en los bolsillos exteriores-- y tuvieron que salir corriendo a toda prisa a por una pequeña mochilita con el resto. Eso le ocurrió al cordobés Rafael Gómez Sánchez, del que sus allegados comentaban que había llevado hasta dos millones de euros "por si acaso".

Su situación contrasta con la de una exconcejal implicada, que se las vio y deseó para tirar de amigos y conseguir juntar los 6.000 euros impuestos por el juez. Este, por cierto, también ha sido víctima del caso: las maratonianas sesiones de declaraciones le han obligado a él y a su equipo a tirar de hamburgueserías para pasar el hambre de madrugada.