El "cambio tranquilo" prometido por José Luis Rodríguez Zapatero ha resultado más agitado de lo previsto. Ni la política exterior, ni la territorial, ni la social tienen ya nada que ver con las que pilotó José María Aznar. Pero, por encima de estos volantazos, el gran hito del Gobierno socialista ha sido ensayar en su primer año de mandato un nuevo modo de hacer política, más amable que el del PP. A falta de ulteriores evaluaciones, el "talante" y el "método de la sonrisa" popularizados por Zapatero le han hecho merecedor, cuanto menos, de un notable en conducta.

Pese a tratarse de un concepto insulso, el talante --"Modo o manera de ejecutar una cosa. Semblante o disposición personal", según el diccionario-- es ahora el motor de la acción de Gobierno. Zapatero lo asocia a la capacidad de diálogo, a la sensibilidad social, a la humildad y a lo que en su día definió como "el arte de rectificar". En otras palabras, buenas maneras y mejores intenciones.

Junto a algunas incertidumbres --las consecuencias de la tensión con EEUU o la disposición real del Ejecutivo a avanzar en el autogobierno--, han aflorado síntomas de precipitación, descoordinación e improvisación. El conflicto del valenciano, el caos de la nevada navideña, la accidentada regularización de inmigrantes y las erráticas propuestas sobre vivienda son sólo algunos ejemplos.

ESTRATEGIA DIPLOMÁTICA

La salida de Irak, piedra de toque del giro exterior

Cambio de pareja en el escenario internacional. En el último año España ha pasado del regazo militarista de EEUU al antibelicista "corazón de Europa", en palabras del propio Zapatero. Un nuevo rumbo cuyo destino final aún está por ver.

Como jefe de la oposición, Zapatero sintonizó con el 90% de la ciudadanía con su militante rechazo a la guerra de Irak, lo que contribuyó decisivamente al triunfo del PSOE en las urnas. Consciente de que no podía defraudar las expectativas creadas en el electorado, y temeroso de que la presión de EEUU le impidiera cumplir su compromiso, el presidente precipitó la prometida retirada de las tropas españolas de Irak, que anunció por sorpresa al día siguiente de su toma de posesión.

Aquel golpe de timón desató las iras del presidente de EEUU, George W. Bush, cuya frialdad con Zapatero --alimentada por algún desliz de primerizo y estimulada por José María Aznar-- ha condicionado, si no lastrado, la política exterior española. El Gobierno reconoce que, junto a la marcha de Irak, lo que más enfureció al inquilino de la Casa Blanca fue que, pocas semanas después, Zapatero animara a los aliados de EEUU a seguir su ejemplo y retirar las tropas desplegadas en el país árabe.

Como muestra de esta gélida relación con Washington, el ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, ha tardado un año en reunirse con la cúpula de la diplomacia estadounidense. Este viernes, cuando por fin le recibió la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, Moratinos afirmó ver más cerca la cita entre Zapatero y Bush, que sigue sin tener fecha.

Como contrapeso, el presidente volvió la mirada hacia Marruecos y, sobre todo, hacia la vieja Europa, a la que Aznar se había enfrentado por la guerra de Irak. El francés Jacques Chirac y el alemán Gerhard Schröder recibieron con los brazos abiertos a Zapatero, pero después de que éste desbloqueara la negociación de la Constitución europea. A cambio de renunciar a parte del poder de decisión que el Tratado de Niza le garantizaba, España se incorporó al eje franco-alemán, el puente de mando de la Unión Europea.

La arriesgada decisión de someter a referendo el Tratado, aprobado con holgado margen pero escasa participación, también ha ayudado a Zapatero a hacerse un hueco entre los grandes del continente.

Al otro lado del Atlántico, el presidente ha vuelto a tejer las complicidades perdidas en Iberoamérica, aun a riesgo de enojar todavía más a Bush con su acercamiento a enemigos declarados de EEUU como Hugo Chávez o el régimen de Fidel Castro. La defensa de la legalidad internacional, la lucha contra el hambre y la propuesta de una alianza entre civilizaciones como antídoto del terrorismo islamista han completado una nueva estrategia diplomática de perfiles todavía algo difusos.

LA SEGURIDAD

El 11-M alteró el modelo de lucha antiterrorista

Bajo el impacto del 11-M se celebraron las elecciones generales que dieron la victoria al PSOE, y los ecos de aquellas explosiones todavía retruenan un año después. La masacre de Madrid arrancó la vida a 192 personas y la venda de los ojos a toda España, que al fin tomó conciencia de que, aparte de la amenaza de ETA, el terrorismo islamista la había puesto en la diana. Un nuevo desafío que, lógicamente, ha forzado al Gobierno socialista a alterar las prioridades de la lucha antiterrorista.

Las investigaciones judicial y parlamentaria del 11-M han puesto de manifiesto que, aunque agitó el fantasma del terrorismo internacional para justificar la guerra de Irak, el Gobierno del PP apenas tomó medidas para combatirlo. "Bajamos la guardia", confesó por escrito el propio Aznar. Esta imprevisión policial fue la herencia que el ministro del Interior, José Antonio Alonso, recibió de su predecesor, Angel Acebes.

Alonso ha triplicado el número de agentes destinados a prevenir el terrorismo internacional con la creación de 300 nuevas plazas, y ha contratado a un centenar de traductores de árabe para la policía, Instituciones Penitenciarias y el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista. Junto a este organismo, Interior ha creado el Comité Unificado para el Mando Unificado de la Policía Nacional y la Guardia Civil, un sucedáneo del prometido Mando Unico con el que Alonso aspira a mejorar la coordinación entre ambos cuerpos.

Como consecuencia de estas medidas y de las pesquisas sobre el 11-M, en este año se han practicado 90 detenciones de presuntos terroristas islamistas en España. "El Estado cada día es más fuerte y los terroristas, cada día más débiles", aseguró Zapatero hace unos días. El presidente, se congratulaba así de que este primer año de Gobierno sea "el de menor actividad terrorista de ETA de la historia de la democracia".

El acercamiento a Francia ha mejorado la ya fructífera colaboración antiterrorista. De las 80 detenciones practicadas a presuntos miembros o colaboradores de ETA, la más relevante se produjo allí el 3 de octubre. En aquella operación cayeron a un tiempo el máximo dirigente de la banda terrorista, Mikel Albizu, Antza, y su compañera sentimental y responsable del aparato financiero, Soledad Iparraguirre, Anboto.

La rama política de ETA también sufrió el peso de la ley. El Gobierno logró impugnar las listas en las que trataba de ocultarse Batasuna en las europeas del 2004 (Herritarren Zerrenda) y en las autonómicas vascas de hoy (Aukera Guztiak). No así el Partido Comunista de las Tierras Vascas (EHAK, en euskera), para el que Batasuna ha pedido el voto.

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