Los líderes opositores de la república asiática de Kirguizistán, que tomaron el poder el jueves derrocando al presidente, Askar Akayev, se encontraron ayer ante una posible crisis institucional, después de que la Junta Electoral Central (JEC) confirmara la legitimidad de las controvertidas elecciones que habían servido como pretexto para la llamada revolución de los tulipanes .

Un portavoz de la JEC declaró ante el Parlamento que las elecciones parlamentarias, cuyas dos vueltas se celebraron en febrero y marzo, eran legítimas y que la decisión de anularlas, tomada la semana pasada por el Tribunal Supremo de Kirguizistán en plena rebelión contra el régimen de Akayev, era ilegal.

LA DECISION El dictamen de la JEC significa que el Parlamento saliente, que nombró al primer ministro interino, Kurmanbek Bakiyev, y a otros miembros del nuevo Gobierno, estará vigente sólo hasta el 14 de abril. Las elecciones fueron consideradas fraudulentas por organizaciones internacionales y dieron pie a la campaña de protestas que expulsó del poder a Akayev.

Marcus Muller, representante de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) en Kirguizistán, opinó ayer que la legitimación de los resultados electorales ha creado "un problema constitucional, porque conviven dos cámaras parlamentarias". "Tenemos un antiguo Parlamento, una nueva Constitución y un nuevo Parlamento elegido en las urnas", indicó.

Felix Kulov, uno de los líderes de la oposición, liberado de prisión el jueves por sus partidarios antes de ser nombrado jefe de todas las fuerzas de seguridad, llamó al Parlamento saliente a respetar la decisión de la JEC. "No vivimos en una aldea, somos miembros de la ONU", dijo. El nuevo jefe de los servicios de seguridad kirguizos reconoció que la oposición "no planeaba el derrocamiento de Akayev".

RIVALIDADES EN LA OPOSICION Las luchas para llenar el vacío de poder que se originó después de la huida de Akayev ya han provocado rivalidad entre los principales líderes de la oposición. Mientras Bakiyev ha declarado que se presentará a los comicios presidenciales, convocados para el 26 de junio, Kulov aseguró ayer que se sacrificará para no dañar la estabilidad de la nación.

"La elección presidencial es una cuestión muy seria. Estoy tan preocupado que, para evitar que pase algo malo, sería mejor no presentarse. Lo principal no es el trabajo, lo principal es que tengamos seguridad y estabilidad", declaró Kulov.

La OSCE, cuyo secretario general, Jan Kubis, llegó ayer a Kirguizistán, puso en duda la viabilidad de celebrar elecciones en tres meses, como pretende el nuevo Gobierno. Mientras, cerca de 700 manifestantes partidarios del derrocado presidente cortaron la carretera que une la ciudad natal de Akayev, con la capital del país, Bishkek.