Después de lo ocurrido entre Pedro Solbes y Manuel Pizarrro, el tiempo de los dos grandes candidatos estará tasado sobre la preparación de sus debates en televisión. Mariano Rajoy tiene como coaching a Angel Acebes al frente de tres equipos de asesores. Casi nada. De los preparadores de José Luis Rodríguez Zapatero no se tiene noticia precisa, pero se pueden suponer. La tele es su medio de vida. Después de una precampaña tan agotadora, la sorpresa solo podrá venir de la TV. Allí se juega el resto.

Los dos candidatos se conocen en el cuerpo a cuerpo parlamentario. Ambos tienen limitaciones para enseñar lo que les conviene y ocultar lo que les perjudica.

Rodríguez Zapatero no puede renunciar a su talante , pero le hace falta promover tensión para movilizar a su electorado. Se lo dijo a Iñaki Gabilondo. Mariano Rajoy se ha hecho un lifting electoral para acercarse a los ciudadanos como un buen padre, pero no puede perder la vara con la que ha azotado al Gobierno durante cuatro años. Sus incondicionales quieren caña. ¿Hay mejor reto para un debate en el que ninguno de los dos puede dar rienda suelta a sus bajas pasiones?

Ahora que Hillary Clinton le ha mordido a Barack Obama en la yugular, diciéndole en Tejas que su discurso es envoltorio sin contenido, se podrá comprobar que la pasión aquí hay que construirla con mimbres más modestos, porque ni Rodríguez Zapatero puede ser, a estas alturas, Barack Obama ni Rajoy tiene semejanzas con el veterano de Vietnam John McCain.

El lunes es el primer round . Este fin de semana, Rajoy y Zapatero estarán recitando temas como unos opositores a notarías, mientras una nube de expertos verifica los electrones de cada sonrisa y la fuga de átomos de cada descalificación. El objetivo es que los españoles sueñen que, aquí, las elecciones pueden ser como las de EEUU.