El programa de la presidencia también ha sufrido sus terremotos particulares. La Casa Blanca anuló la cumbre prevista en mayo en Madrid con la UE. Obama no podía desplazarse porque tenía demasiados problemas internos. El desplante se lo hizo a los Veintisiete, pero fue especialmente doloroso para la diplomacia española. Tampoco pudieron reunirse en Barcelona el medio centenar de dirigentes de la Unión por el Mediterráneo. El bloqueo de la negociación de israelís y palestinos propició que la cita se aplazara.