En su primera visita oficial a España en 15 años, el presidente de Guinea, Teodoro Obiang, se comprometió ayer ante José Luis Rodríguez Zapatero a liberar a los presos políticos de su país, a promover políticas para una mejor distribución de la riqueza y a permitir las visitas de comisiones parlamentarias españolas, "con la frecuencia que deseen" para constatar sobre el terreno los avances en democracia y derechos humanos.

El jefe del Ejecutivo urgió a Obiang a hacer "gestos importantes" en el camino de la "democratización plena" y le transmitió que la "mejor ocasión" para demostrar sus compromisos serán las elecciones legislativas y locales del 2008 y las presidenciales del 2009, con la libertad de concurrencia de partidos.

POLEMICA Zapatero recibió al mandatario ecuatoguineano en la Moncloa en una jornada marcada por la cancelación de un acto en el Congreso, donde Obiang debía firmar en el libro de honor. La anulación se produjo después de que ERC, IU, el PNV y CiU manifestaran su indignación ante la posibilidad de que el líder de un régimen cuestionado por vulnerar los derechos humanos y la corrupción recibiera honores parlamentarios.

A preguntas de los periodistas durante su periplo, Obiang achacó la cancelación a "problemas internos" españoles, y negó sentirse molesto. El presidente guineano almorzó con el vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes; mantuvo un encuentro con empresarios españoles, visitó el monumento a las víctimas del 11-M en El Retiro y cenó con los Reyes.

A CAPA Y ESPADA El Gobierno defendió a capa y espada su determinación de iniciar una nueva etapa de entendimiento con el régimen de Malabo, en un momento de especial atracción internacional hacia el país africano por su incalculable potencial petrolífero. No obstante, la Moncloa se esforzó por transmitir una imagen de calculada prudencia sobre las relaciones y delegó las expresiones de entusiasmo al ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, que compareció ante la prensa con su homólogo Pastor Michá.

Un portavoz de la Moncloa respondió con evasivas a la pregunta de cómo había sido el clima del encuentro entre Zapatero y Obiang, que duró una hora. "No se fueron a las manos", bromeó. El líder africano hizo en el palacio presidencial lo que no pudo en el Congreso: firmar en el libro de honor.

A la pregunta de por qué el Ejecutivo ha concedido un margen de confianza a un líder que ha incumplido reiteradamente sus promesas, el portavoz de la Moncloa citó un informe de Amnistía Internacional que reconoce "mejoras significativas" tras el indulto de 45 presos políticos, la aprobación reciente de una ley contra la tortura y la moratoria en la aplicación de la pena de muerte, si bien señala que los avances en derechos humanos son aún "mínimos".

"SOBRESALIENTE" Moratinos afirmó que la obligación de España es "ayudar, acompañar e incentivar" a Guinea en sus reformas, "les guste o no a ciertos sectores" de la sociedad. Vaticinó que la visita de Obiang se recordará como un "punto de inflexión" en las relaciones. Su homólogo, Pastor Michá, dijo que Obiang "se siente parte de España" y reclamó para su país el mismo tratamiento que para México, Argentina y el resto de Iberoamérica. Según Michá, si se comparase a su país con otros estados de la región, obtendría un "sobresaliente" en democracia y derechos humanos.