El obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, confesó ayer que alberga una mayor esperanza que en 1999, cuando ejerció como mediador en las conversaciones entre el Gobierno del PP y ETA, de que el camino emprendido para terminar con la violencia en el País Vasco acabe resultando fructífero. "Se ha aprendido, han cambiado las circunstancias y los dos principales antagonistas tienen muy difícil una marcha atrás porque todos esperamos que hagan todo lo posible para que esto no se quede en agua de borrajas", argumentó.

Uriarte, uno de los integrantes del episcopado español de mayor talla intelectual, pronunció anoche una conferencia en el aula magna del seminario de Barcelona sobre El papel de la Iglesia del País Vasco en la pacificación de Euskadi . En ella insistió en que los políticos "no pueden jugar con la esperanza del pueblo" y recordó que la paz "ha de responder a las aspiraciones, aunque recortadas, de todos".

Horas antes, en un encuentro previo que mantuvo con un grupo de periodistas, el obispo de San Sebastián opinó que el último episodio crítico sufrido por el proceso de paz parecía superado y lo atribuyó a que "hay grupos resistentes en distintos lugares suficientemente activos para dificultar el itinerario hacia la paz que impiden a unos y otros hacer todo lo que pensaban que podía hacer".

LAS VICTIMAS Uriarte hizo hincapié en que las víctimas tenían que ser "atendidas, escuchadas, reparadas y reconocidas, pero no han de decidir la política a seguir del Gobierno". Y añadió: "La justicia también ha de escuchar su clamor, pero las víctimas no han de dictar las penas. No hay que dejar sin valor el orden moral ni dejarse llevar por un espíritu justiciero vengativo".

Al referirse a la reconciliación, indicó que esa fase está por llegar: "Hace falta que transcurra el tiempo, no solo para las víctimas, sino también para que los agresores hagan autocrítica".