Tras dos días de reuniones en los que quedó claro que en el seno de la Iglesia española existe por vez primera una mayoría crítica con Federico Jiménez Losantos --una mayoría que propugna que el rumbo de la emisora episcopal no puede seguir igual--, la comisión permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) dio ayer un serio toque de atención al locutor. "Los obispos se proponen intensificar la relación de la Conferencia Episcopal, a través de su comité ejecutivo, con la dirección y el consejo de administración de la cadena en orden a seguir velando --reza el escrito-- por el respeto al ideario de la COPE y a la exigencia de su cumplimiento. El ideario señala como objetivos el servicio a la verdad, a la libertad y al bien común, y es, para todos, norma de orientación obligada".

Para todos. Puede que la nota suene tímida, que parezca que los prelados quieran obviar la reciente condena a Losantos por injurias graves al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, o sus críticas a miembros destacados de la Iglesia. No es así. Dentro del estilo del episcopado, el escrito viene a ser una advertencia al director de La mañana de que más le vale refrenarse.

Pese a que la nota señala que ese mayor contacto entre el comité ejecutivo de la CEE y la COPE está encaminado a "seguir velando por el ideario", no tendría sentido "intensificar" ninguna "relación" si los locutores de la emisora estuvieran cumpliendo con sus principios rectores, que ordenan "el respeto a las personas y el diálogo civilizado, rehuyendo el apasionamiento unilateral y la crítica sistemática".

¿Son las injurias una violación del ideario de la COPE?, le preguntaron al secretario general y portavoz de la CEE. "Evidentemente", contestó un Juan Antonio Martínez Camino, que ayer no nombró a Losantos ni una vez. El portavoz echó balones fuera. Dijo que la responsabilidad sobre el futuro de los locutores no era de la CEE, sino del presidente de la cadena.