Iria Pinheiro es una joven actriz gallega que ayer, al saber que Mariano Rajoy visitaba Vigo, decidió plantarse ante el líder del PP para protagonizar una protesta pacífica y solitaria. Esperó a que llegara la comitiva popular. Rajoy, acompañado de Alberto Núñez Feijóo, vicepresidente primero de la Xunta y cabeza de lista del PP por Pontevedra, arrancó a caminar por una calle peatonal y, cumpliendo el ritual de todas las campañas, empezó a estrechar las manos de los transeúntes que se le acercaban. Todas, menos la que le tendió Iria esbozando una media sonrisa. En vez de hacerlo, se giró súbitamente y la esquivó con proverbial agilidad.

Fue un acto reflejo, y motivado. Iria llevaba puesta una camiseta promocional de la película Hai que botalos , (Hay que echarlos). La joven actriz coprotagoniza uno de los 24 cortometrajes del film rodado por 300 voluntarios con el fin de contribuir a la derrota electoral de Manuel Fraga, aunque no tuvo posibilidad de explicárselo a Rajoy.

Más seguridad laboral

Algo peor lo pasó el presidente popular con los improperios que le dirigió un trabajador naval, que le puso ante la cara un recorte de prensa con la noticia de la reciente muerte de un empleado de este sector en un accidente laboral. A pocos centenares de metros de donde paseaba Rajoy, una manifestación reclamaba más seguridad en el trabajo, pero la comitiva del PP no se topó con ella.

Pero el paseo tuvo también la recompensa que buscan todos los políticos. Dos jóvenes de la ONG Plan España se le acercaron y le pidieron que apadrinara un niño. Le extendieron un formulario. "Ayudará a un huérfano del tsunami. Es menos de un euro al día. Ponga su nombre, su cuenta bancaria y su teléfono". Rajoy, rodeado de cámaras, hizo sólo lo primero y firmó. Y ofreció como número de contacto el teléfono del partido. El número tuvieron que recordárselo.