Parece que corren malos tiempos para el debate y la cordura entre las filas populares durante esta Legislatura. Una situación que perfila unos modos peligrosos para el espectro político. Por eso estimo prudente aconsejarle un elemental ejercicio de prudencia y que empiece a reconsiderar su posición en el Parlamento, claramente inferior a lo que sus pretensiones apuntan y de lo que su ánimo se aflige.

Es por eso que sus actitudes cerriles, groseras y toscas, se acercan al insulto y la difamación como herramienta de ataque. Puedo pensar que no tienen más recursos dialécticos y que por ello la descalificación sea la manera fácil de lograr algún protagonismo mediático. Pero cuando ciertos políticos como el señor Cosidó osa atacar con descalificaciones mezquinas al Alto Comisionado para la Atención a las Víctimas del Terrorismo, Gregorio Peces-Barba, acusándole de "amparar a los verdugos de los terroristas", mi sorpresa se convierte en indignación. No obstante, no perderé mi educación y cortesía política para decirle que usted no tiene suficiente capacidad, ni ética, ni política para ofender. Ustedes critican este nombramiento por una sola razón: la soberbia que les impide consensuar cualquier nombre que no sea designado por ustedes. No se trata tanto del nombre como de la figura que representa. La ciudadanía de este país goza de mayor criterio del que ustedes hacen alarde para discernir la verdad de la mentira, que motiva su campaña de desprestigio emprendida contra el Sr. Peces-Barba.

*Senadora por Badajoz y vicepresidenta 1º de la Comisión Constitucional del Senado