Una gran pancarta con el lema «El Rey español no es bienvenido en los Países Catalanes» en plena plaza de Catalunya fue una de las protagonistas del 17-A. Los Mossos acudieron de madrugada a retirarla, pero finalmente desistieron y aseguraron en un comunicado que la competencia para quitarla es del Ayuntamiento de Barcelona, ya que no supone ningún riesgo para bienes ni personas. Grupos monárquicos intentaron entrar en el edificio para retirarla pero la policía les impidió el acceso; finalizados los actos de homenaje a las víctimas, los activistas independentistas que la habían puesto terminaron retirándola.

Aunque era anónima, la seguridad del Estado atribuía la iniciativa a Òmnium Cultural y Asamblea Nacional Catalana (ANC). Ninguna de las dos entidades soberanistas reivindicó estar detrás de la pancarta de unos 15 metros de largo, aunque desde la ANC se dio asistencia jurídica a los activistas que la colocado cuando los Mossos se plantaron a las cinco de la madrugada para descolgarla. Una hora después la policía catalana solo habían hecho caer los dos extremos. La delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera, que había reclamado su retirada para garantizar la seguridad del homenaje, presenciaba el operativo desde la calle, igual que Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC, que recordaba que la acción estaba amparada por la libertad de expresión. Este era uno de los argumentos que utilizaron en Twitter muchos independentistas que no entendían la actuación a Mossos y exigían responsabilidades a Quim Torra y al consejero de Interior, Miquel Buch. Finalmente, sobre las 7.30, los activistas volvieron a colocar la pancarta después de que los Mossos desistieran de quitarla.

Torra, que coincidió en que la pancarta es «libertad de expresión», explicó en Catalunya Ràdio que los Mossos solo fueron a ver sus condiciones por motivos de seguridad. En un comunicado, la policía catalana sostuvo que la retirada solo estaría justificada por su parte por «vía de urgencia» si supusiera un peligro para los bienes y las personas. En este caso, tras constatar que el anclaje de la pancarta no era «deficiente» ni suponía ningún riesgo de «caída inminente», consideró que la competencia para instar su retirada era del Ayuntamiento de Barcelona. Ada Colau aseguró que, por respeto a las víctimas, no iba a hablar ayer del asunto.

No fue la única pancarta crítica con el monarca. En la esquina entre la Rambla y la calle Hospital, al lado de donde se iba a hacer el primer acto de homenaje del día, aparecieron también dos más. «Sus guerras, nuestras muertes», se podía leer en inglés en una junto a una imagen del Felipe VI con el rey de Arabia Saudita. Junto al lugar donde se celebra la ofrenda floral en memoria de las víctimas del 17-A también apareció otro rótulo crítico. «Libertad presas y presos políticos. Sin ellos este acto es una estafa».

Manifestantes de Unión Monárquica intentaron entrar en el edificio de plaza Cataluña para retirar la pancarta contra el Rey, pero los Mossos se lo impidieron. Posteriormente la policía catalana tuvo que separar al grupo de partidarios de la unidad de España de los CDR que realizaban una marcha silenciosa contra Felipe VI.

El enfrentamiento verbal se produjo en el punto en el que, hace un año, una furgoneta sembraba el pánico en la Rambla.