La fiscalía de París considera formalmente ya a los dos etarras detenidos en Francia como sospechosos del asesinato de dos guardias civiles españoles el pasado 1 de diciembre en la localidad de Capbreton. La acusación pública ha informado de esa nueva condición que afecta a Asier Bengoa y Saioa Sanchez, que hasta ahora eran únicamente sospechosos del intento de robo de un vehículo.

La fiscalía se basa sobre todo en el análisis de decenas de casquillos de bala encontrados por la policía en ese coche para vincular a los dos etarras con el crimen de Capbreton, porque sus características son las mismas que las de los casquillos hallados en el vehículo donde fueron asesinados los guardias civiles españoles.

Hasta ahora, la fiscalía manejaba dos procedimientos diferentes, uno por el atentado y otro por el intento de robo de un coche en la zona de Périgueux, y a los detenidos les implicaba directamente en este segundo. Ahora ha unido ambas investigaciones a la luz de las conclusiones de las pruebas que los expertos antiterroristas han aportado estos días.

Aparte de los testimonios de testigos que vieron a los tres integrantes del comando terrorista, la policía ha analizado trazas de ADN halladas en ese lugar y en el interior del coche que Bengoa y Sanchez emplearon en su fuga y abandonaron en Tarn. En el vehículo se halló un centenar y medio de casquillos que los etarras habían recogido probablemente después de haber llevado a cabo prácticas de tiro en algún lugar aislado. Decenas de esas balas fueron disparadas por la misma arma empleada para asesinar a los guardias civiles españoles.

CEPILLO DE DIENTES Además, el ADN de Bengoa coincide con trazas halladas en un cepillo de dientes que había en el primer vehículo en el que se fugaron los tres etarras. Con estos datos, la fiscalía francesa pedirá el procesamiento de los dos detenidos (ambos han admitido su pertenencia a ETA) por el asesinato de los dos guardias civiles, posesión ilegal de armas, documentos falsos e intento de robo.