En un acto inédito, el Parlamento vasco rindió ayer un particular homenaje a Juan Manuel Piñuel, el guardia civil que ETA asesinó el miércoles en el cuartel de Legutiano (Alava). Por primera vez, los máximos responsables del instituto armado asistieron en la Cámara vasca a una ofrenda floral compartida por ertzainas y guardias civiles en una simbólica unidad de la que participaron el lendakari, Juan José Ibarretxe, y la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega.

No fue una concentración más de las muchas que jalonaron la denuncia de los vascos contra ETA mientras en la catedral de Vitoria se despedían los restos de la última víctima de ETA. Fue un hito muy significativo, que marca un antes y un después en el apoyo institucional vasco a la Guardia Civil, y que se fraguó a última hora del miércoles cuando, a propuesta del PSE, la Mesa del Parlamento decidió que era necesaria una respuesta muy especial al intento de provocar una matanza.

"UNO DE LOS NUESTROS" Sobre la escultura que en la entrada del Parlamento recuerda a las víctimas se instaló una foto de Juan Manuel Piñuel y tres agentes de la Ertzaintza, y otros tres de la Guardia Civil le rindieron honores tras 15 minutos de silencio.

El himno vasco de despedida y honor, el Agur jaunak , lo entonó un txistulari como prueba de respeto a un guardia nacido en Melilla. Posteriormente, autoridades y representantes de todos los partidos, a excepción de EHAK, accedieron al interior de la Cámara, donde su presidenta, Izaskun Bilbao (PNV), leyó en castellano y euskera una declaración institucional de condena al asesinato y de voluntad de unidad y combate al terrorismo. La vicepresidenta; el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y la de Defensa, Carme Chacón; y varios generales, entre otros, visitaron también, guiados por Bilbao, la exposición que recuerda a las víctimas de la violencia. La muestra quedará presidida este fin de semana por el nombre de Juan Manuel Piñuel.

Fuentes del Parlamento vasco resumieron el significado del acto: "Era uno de los nuestros. Esta institución es de todos los ciudadanos, y también de Juan Manuel". Previamente, los príncipes de Asturias asistieron al funeral oficiado por el obispo de Vitoria, Miguel Asurmendi, quien en su homilía pidió la condena no solo para los autores materiales del atentado, sino también para sus "inspiradores y colaboradores directos e indirectos".

Cientos de ciudadanos se concentraron en la catedral para arropar a la comitiva fúnebre. Casi 10 minutos esperaron la llegada del féretro en las puertas del templo los Príncipes, Felipe y Letizia; la vicepresidenta; el presidente del Senado, Javier Rojo; Rubalcaba; Chacón; y el lendakari.

Miembros de todos los partidos, menos la izquierda aberzale, accedieron a la catedral y participaron del aplauso al paso del féretro, cubierto por la bandera de España y seguido entre muestras de dolor por la viuda, Victoria Campos, y otros familiares.

También los aplausos volvieron a romper el silencio finalizado el oficio religioso. Aislados "vivas" a la Guardia Civil despidieron los restos de Piñuel. Apenas dos días después de haber disfrutado de un permiso de 72 horas, regresó a Málaga, donde más de medio millar de personas acompañaron a los familiares, en una emotiva misa funeral celebrada en el cementerio de Málaga, donde sus restos fueron incinerados.

Todos los partidos, salvo ANV, pactaron llamar a la ciudadanía para que, a las siete de esta tarde, se concentre en Vitoria con el lema Por la libertad. ETA no.