El PSE cerró ayer su congreso con el histórico respaldo del 91,33% a la ejecutiva, lo que le confirma como partido cohesionado. "El partido más unido de Euskadi", se jactó el reelegido secretario general, Patxi López, que ve colmada su doble aspiración de consolidar al PSE como "alternativa" de Gobierno y fuerza "imprescindible" en la política vasca.

El tono general de euforia entre militantes y dirigentes, se dejó notar en la despedida del congreso. Y es que, por primera vez en su historia, la guerra de banderías en la que habitualmente se convertía cada cónclave socialista dejó paso a un debate marcado por el acuerdo.

Las enmiendas más polémicas a la ponencia política que, entre otras cosas, propugnaban definirse sobre términos como "nación" o "comunidad nacional", se eliminaron. Incluso la negociación de la ejecutiva fue menos dramática que otras veces por la disposición de López a admitir el protagonismo reclamado, entre otros, por el presidente del Senado, Javier Rojo, que se situó al frente de la secretaría política.

Como muestra de que se rompían "ataduras del pasado", López arremetió sin remilgos contra Jaime Mayor Oreja, que durante años enredó al PSE para conformar una alternativa. Recordó al exministro que, tras fracasar, "huyó" de Euskadi.