Pedro Sánchez y Quim Torra, los líderes de las delegaciones de sus respectivos gobiernos que negocian una solución al conflicto político catalán, pueden hacer suyo el lamento que en el siglo XVI lanzó Felipe II cuando el mar del Norte dejó para el arrastre a su flota marítima. No hay barcos, ahora, pero sí elementos contra los que se hace difícil luchar, es decir, el coronavirus. Representantes de ambas delegaciones han empezado a contactar para buscar un hueco en el calendario que permita celebrar la segunda reunión de la mesa de negociación que se estrenó el 26 de febrero en la Moncloa. Ese era el acuerdo, una cita al mes. Pero la pandemia obliga a ser imaginativo.

Así, el president propuso ayer que la próxima reunión se efectúe por videoconferencia si debido al coronavirus no es posible hacerlo de forma presencial. «Este país ha descubierto que por videoconferencia se pueden hacer muchas cosas», ironizó Torra en alusión a la situación generada por el coronavirus, por lo que indicó que su «intención» es que la reunión se pueda celebrar aunque sea por vía telemática.

Según Torra, es «importante» que sigan los encuentros entre ejecutivos y, dejando el balón en el tejado del Gobierno central, remachó: «Por nosotros no será». En cuanto a la fecha, la propuesta catalana es que se celebre la semana próxima, el 18 o 19 de marzo, antes de que dé inicio la campaña electoral en Euskadi y Galicia.

En esta segunda reunión ya no estarán presentes ni Sánchez y Torra, que, en base a su liderazgo, se reservan para acudir solo cada seis meses. Así las cosas, y viendo la composición de la delegación catalana que se presentó en la Moncloa, el representante de mayor rango era Alfred Bosch por ser el titular de Relaciones Institucionales.

Mientras, sigue también pendiente la convocatoria de la comisión bilateral Estado-Generalitat, la que dirime cuestiones competenciales entre ambas administraciones. El encargado de activarla es el titular de Exteriores, el dimitido Alfred Bosch, por lo que se mantiene en el aire.