Cuando hace ocho meses el presidente José Luis Rodríguez Zapatero nombró por primera vez a Bernat Soria ministro de Sanidad, destacó su perfil investigador como el adecuado para potenciar esta área. El médico y científico, que se marcó como objetivo colocar a España entre los 10 primeros países del mundo en I+D biomédica, se verá despojado del grueso del Instituto de Salud Carlos III --considerado el estandarte de la investigación sanitaria--, porque será traspasado al nuevo Ministerio de Ciencia e Innovación.

El ministro no ha ocultado su malestar y preocupación por el reparto de la estructura del organismo. Incluso algunos líderes de la investigación biomédica han llegado a dar por supuesto que presentaría su dimisión. Pero Soria ha eludido hacer declaraciones públicas sobre el futuro del instituto, que integra a 3.290 profesionales, ha visto aumentar su presupuesto en un 51%, y ha hecho fichajes estrella como el científico Erwing Wagner.

EL REPARTO El descontento ha llevado al Gobierno a reconsiderar el reparto. Soria ha mostrado su adhesión al nuevo proyecto del Gobierno para fomentar la investigación y tratar de retener la denominación del instituto --lo que suavizaría la sensación de ruptura--, así como la Escuela Nacional de Sanidad, el Centro Nacional de Epidemiología, el Centro de Sanidad Ambiental y la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias.

A Ciencia e Innovación pasarán las joyas de la institución: los centros nacionales del cáncer (CNIO), investigaciones cardiovasculares (CNIC), enfermedades neurológicas (CEN), los Centros de Investigación Biomédica en Red (Ciber), y las Redes Temáticas e Investigación Cooperativa (Retics). Además se adscribirá el Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS), ente evaluador y financiador de proyectos de investigación. Las dudas, que serán resueltas en el Consejo de Ministros de hoy, han surgido sobre centros mixtos, como el Centro de Microbiología, con una parte de su actividad dedicada a la investigación y otra, a los diagnósticos.