El nuevo presidente de Perú, el socialdemócrata Alan García, improvisó ayer un encuentro con las empresas españolas que operan en el país para despejar dudas sobre sus inversiones y dar garantías de que no se van a alterar las reglas del juego. La reunión se produjo después de que la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, trasladara a García, con quien mantuvo una reunión en el palacio de Gobierno, las inquietudes que, momentos antes, le habían expuesto los empresarios. Pese a estas incógnitas, las firmas españolas expresaron su voluntad de seguir en Perú.

García, que tomó posesión del cargo el 28 de julio, se apresuró a organizar un encuentro con los empresarios tras escuchar a De la Vega. La cita tuvo lugar anoche y a ella asistió también la vicepresidenta.

España es el primer país inversor de Perú. Las 10 grandes empresas españolas, entre las que se encuentran Telefónica, BBVA, Santander y la constructora Cobra, facturaron 6.000 millones de dólares el año pasado y dan empleo a 26.000 personas. En abril se firmó en Lima un acuerdo para evitar la doble tributación y prevenir la evasión fiscal, aunque aún no ha entrado en vigor. Las empresas anunciaron su intención de elaborar un plan de información para dar a conocer a los peruanos su compromiso social con el país, mediante la inversión en planes de educación.

Tras la reunión, García celebró la apertura de una nueva etapa en las relaciones tanto de inversiones como de la "generosa" cooperación española, cuyos objetivos se redefinirán ahora en función de las prioridades del nuevo Gobierno peruano.

Antes de partir hacia Lima, la vicepresidenta se reunió en Santa Cruz de la Sierra, la capital económica de Bolivia, con Antoni Brufau, presidente de Repsol, a quien contó la entrevista que había mantenido con el presidente, Evo Morales. Brufau mostró su satisfacción por el hecho de que Morales afirmara su convencimiento de dar seguridad jurídica a su inversión.