Josep Piqué permanecerá al frente del PP catalán pese al rosario de desautorizaciones que ha recibido en los últimos días de sus compañeros de filas, que hicieron que ayer amagara con presentar la dimisión. A primera hora de la tarde, según su entorno más inmediato, la intención del presidente del PPC de renunciar al cargo parecía irrevocable. Sin embargo, no lo fue.

QUEJAS Piqué y Rajoy abordaron las quejas del primero en una larga conversación que fuentes cercanas a la dirección del PPC calificaron de "sincera". La chispa se encendió el lunes, cuando el número dos del partido, Angel Acebes, afirmó que Piqué estaba "equivocado" por defender que parte del acuerdo de CiU y el PSOE sobre el Estatut podía ser aceptable. Poco antes, en la reunión del núcleo duro del PP --los maitines-- se había quedado solo en su posición. No es que el exministro fuera desautorizado por primera vez, pero todo martirio tiene un límite y el exministro decidió que se había colmado su paciencia.

La charla duró algo más de tres horas, de las seis de la tarde hasta pasadas las nueve de la noche. Demasiado tiempo, razonaron algunos dirigentes del PP, si la voluntad real de Piqué era abandonar. El encuentro se produjo en el domicilio de Rajoy para evitar a los medios de comunicación. Pese a que fuentes cercanas al líder del PPC se encargaron de difundir que el exministro llegaba a la reunión con Rajoy indignado y con la voluntad de dimitir, luego dijeron que esa palabra ni siquiera fue dicha.

Conscientes de la gravedad de la situación, según fuentes conocedoras del encuentro, Piqué y Rajoy se esforzaron en aproximar posiciones. Para varios pesos pesados del PP catalán, su aún líder no tenía una voluntad real de dar el portazo.

Piqué no obtuvo garantías de que no se repetirán declaraciones como las de Acebes. Pidió cierto margen para matizar en Cataluña la postura del PP, con la esperanza de que en el partido convivan almas que no sean idénticas. Afines a Piqué citan como ejemplo a Juan Carlos Rodríguez Ibarra y sus sonadas disensiones con el PSOE, que apenas le han costado reprimendas.

Pese al aparente final feliz, el portavoz del PP en el Congreso y principal oponente de Piqué, Eduardo Zaplana, lo dejó claro al analizar la situación. Zaplana consideró que "cualquier discrepancia" que se produce en el seno de un partido político "viene mal". Y apostilló: "¿Para qué nos vamos a engañar?". También acusó a Piqué de no hablar sobre el Estatut en la reunión de maitines como lo hizo a una emisora de radio: "No solamente coincidió con la posición de lo que debía ser la estrategia del partido, sino que no hizo el más mínimo comentario en otro sentido que nos pudiera hacer pensar que esta situación se podía producir".