LA VIVIENDA en la que se suicidaron siete islamistas que participaron en el 11-M, haciéndola volar por los aires al verse rodeados por la policía, sigue deshabitada dos años después de la explosión, provocada el 3 de abril del 2004. El propietario del piso no ha podido alquilar ni vender el inmueble desde que Interior le entregara las llaves en el 2005.