Si la pelea por el voto en Euskadi fue más bien anodina, la constitución del futuro Gobierno lleva camino de convertirse en un incendio. Ayer el ambiente lo caldeó el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, al definir como "golpe institucional" la pretensión del PSE de acceder a la presidencia del Ejecutivo con seis escaños menos y gracias a un acuerdo con el PP. Su tesis es que ambas fuerzas comparten un "modelo de Estado" y que van a desarrollar juntos una estrategia contra los nacionalistas.

Consciente de la atención y la inquietud con la que los sectores económicos vascos van a seguir el proceso de formación del nuevo Gobierno, Urkullu quiso alertar, además, de las nefastas consecuencias que podría tener una entente de esta naturaleza al decir que, confirmado el pacto entre PSE y PP, el corolario ineludible será un Gobierno "desde el frentismo" o la "parálisis de nuestro sistema institucional".

SIN COMPARACIONES Visiblemente enojado porque todavía ayer el PSE no hubiera felicitado al PNV como partido "auténticamente" ganador de las elecciones, Urkullu defendió su interpretación de que, en contra de lo mantenido en campaña, los socialistas quieren optar ahora por constituir ese "frente" con el PP para desalojarles de Ajuria Enea.

El líder peneuvista no ocultó su enfado ante el sistemático recuerdo que estos días promueven sus rivales políticos cuando apuntan que el PNV gobierna en Guipúzcoa y Alava sin ser el partido más votado en ninguno de los dos territorios durante las pasadas elecciones municipales.

Explicó que en ambos casos los peneuvistas respetaron las iniciativas que el PSE en Guipúzcoa y el PP en Alava mantuvieron para formar Gobierno y que solo cuando demostraron su "incapacidad" para alcanzar alianzas, su partido entró en acción. Por eso rechazó las comparaciones y se quejó del trato que reciben ante la comprensión hacia los socialistas.

"PARTIDO LIDER" Reivindicando su condición de "partido líder", Urkullu dijo que el PNV va a defender la necesidad de lograr un acuerdo de "amplia base" para fortalecer las instituciones y afrontar la crisis económica.

Eso no significa, precisó, que estén abogando por un Gobierno de concentración, aunque sí habló de "liderazgo compartido". Sin embargo, tampoco admitió con claridad que eso signifique una apuesta por el acuerdo entre PNV y PSE como partidos con mayor respaldo y capacidad y, por tanto, de dar estabilidad al Ejecutivo en unos momentos económicamente complicados.

No entró en consideraciones sobre la debilidad de un Gobierno con solo 24 escaños seguros (25 si finalmente el voto exterior da el viernes al PSE un asiento más en Alava). Lo que sí dijo Urkullu es que carecerá de proyección para el futuro cualquier operación que solo pretenda garantizar la designación de López como lendakari o asegurarse la presidencia del Parlamento, como apunta el PP.