La negociación entre el Gobierno central y el PNV para aprobar los Presupuestos Generales del Estado del 2011 está ya en marcha. Y como se había vaticinado, aunque los peneuvistas están dispuestos a llegar a un acuerdo como el alcanzado en las cuentas de este año, no le van a poner las cosas nada fáciles al PSOE.

Tras guardar silencio unos días, en los que desde el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero se vendió la tesis de que el acuerdo estaba avanzado e incluso se podía convertir en una alianza parlamentaria más estable, el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, puso ayer los puntos sobre las íes. En un artículo en su blog dejó claro que no se sentarán a negociar las cuentas del año que viene hasta que el Gobierno cumpla con lo pactado en las del 2010. Y un punto clave en esa demanda, que los socialistas habían colocado hábilmente en la lista de temas para la actual negociación, es el de la transferencia de las políticas activas de empleo.

NI UN SOLO PAPEL Urkullu recordó el acuerdo firmado en el marco de la aprobación de los presupuestos que ahora están en vigor, en el que el PSOE se comprometía a informarles "puntualmente" de la evolución de las negociaciones con el Gobierno de Euskadi para materializar esa transferencia, en cumplimiento de la competencia que recoge el artículo 12.2 del Estatuto vasco. Sin embargo, denunció no haber recibido en un año "ni un solo papel". El plazo para concretar ese compromiso, según el líder peneuvista, venció el miércoles, lo que le llevó a sentenciar que para "hablar del 2011, hay que cerrar el 2010". La clave de este primer tira y afloja reside en la valoración del montante económico que debe acompañar al traspaso.

Urkullu lo cifró en 450 millones de euros, muy por encima de lo que está dispuesto a ofrecer el Gobierno para no romper, según afirma, la caja única de la Seguridad Social. El presidente del PNV rechazó suscribir un pacto estable con Zapatero, aunque se mostró contrario a un adelanto electoral.