Amarga victoria. Esa fue ayer la del Partido Nacionalista Vasco (PNV) porque a pesar de ganar las elecciones tras 29 años al frente del Gobierno vasco y conseguir 30 escaños, uno más que los que obtuvo en el 2005 en coalición con EA, no logró su auténtico objetivo, esto es, impedir que la suma del PSE, del PP y UPD alcance los 38 escaños que harán difícil que Juan José Ibarretxe tenga la oportunidad de formar gobierno si Patxi López le disputa la investidura. No obstante, el presidente del partido, Iñigo Urkullu, dejó claro ayer que el PNV abre ya el diálogo para formar un gobierno "coherente, fuerte y estable" presidido por Ibarretxe.

Hubo que esperar hasta el último momento --hasta Urkullu había comenzado ya su intervención-- para confirmar unos "magníficos resultados" que dejan pendiente de la decisión socialista el posible cambio de gobierno en Euskadi. Porque siendo claro ganador de las elecciones el PNV, ni su respaldo ni el de sus hasta ahora socios en el Ejecutivo le bastarán para garantizar que su candidato renueve al frente del Gobierno.

TOMAR LA INICIATIVA La eficacia del mensaje peneuvista, centrado sobre todo en avisar de que el futuro de Euskadi se podría decidir en Madrid, surtió su efecto. De hecho, logró que parte de los electores que le dieron la espalda en las generales volvieran de nuevo al redil y hasta se comió a sus socios menores, EA y EB.

Ibarretxe, disciplinado en los mensajes, que no ha aludido en toda la campaña a las propuestas soberanistas mantenidas durante la legislatura, se ha visto recompensado en su premeditada contención. De hecho, los seis escaños y casi 80.000 votos de ventaja que logra sobre el PSE son la principal baza para que el PNV trate de impedir que los socialistas opten a la presidencia.

Urkullu lo anunció al asegurar en su comparecencia que hoy mismo la dirección del PNV tomará la iniciativa para hablar con todos los partidos, pero especialmente con el PSE, como segunda fuerza política. Dijo que buscará "acuerdos" en torno a los retos de superar la crisis económica, trabajar por la paz, y profundizando el autogobierno.

El líder peneuvista no permitió que sus palabras transmitieran ninguna inquietud sobre el futuro. De hecho, llegó incluso a subrayar que mantienen su oferta de negociar con el Gobierno español las bases de un nuevo pacto político.

En un clima de relativa euforia de los seguidores concentrados en la sede central del PNV en Bilbao, Ibarretxe fue vitoreado como lendakari. En su intervención, tampoco dejó traslucir desasosiego alguno ante la posibilidad real desde el punto de vista aritmético de verse desplazado por el tándem de PSE y PP y todo su interés se centró, como Urkullu, en asegurar la legitimidad del triunfo como para mantenerse al frente del Gobierno.

PROTAGONISMO PARA PACTAR "Vamos a sacar el país adelante entre todos con el liderazgo del PNV", sentenció ajeno a los números. Al igual que Urkullu, también el lendakari reivindicó el liderazgo del PNV para el futuro y defendió su propio protagonismo en los próximos días a la hora de dialogar con quienes han sido candidatos.

"Los momentos de felicidad en política son de diez segundos", dijo Ibarretxe para reconocerse políticamente "contento" y personalmente "emocionado" por los apoyos conseguidos. Los suficientes como para que no se discuta la legitimidad del vencedor de las elecciones, que es el PNV, y también su papel por haber salvado el tipo.