En su desesperada búsqueda de la notoriedad política perdida tras perder el Gobierno vasco, el PNV se aferra a todos los clavos ardiendo que se cruza por el camino. El último es la retirada de carteles de presos de ETA y de simbología relacionada con la organización terrorista de las calles del País Vasco y Navarra.

Los nacionalistas han registrado cuatro preguntas en el Congreso en las que instan al Ministerio del Interior para que informe sobre el número, los lugares y las fechas de las actuaciones llevadas a cabo por la Guardia Civil y la Policía Nacional en ambas comunidades autónomas para eliminar carteles, fotos, pintadas y todo tipo de elementos relativos a la banda ETA de los lugares públicos.

Mientras tanto, el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, insistió ayer en que la oferta de estabilidad institucional y presupuestaria que su partido ha ofrecido al lendakari, Patxi López, es "sincera y comprometida", al tiempo que consideró que el Ejecutivo vasco está dejando su política contra la crisis "en manos de José Luis Rodríguez Zapatero".

No fueron las únicas críticas del líder peneuvista al PSE. En un artículo publicado en su blog, Urkullu lamentó que la reacción de los socialistas vascos tras la reunión que mantuvo el jueves pasado con la dirección del PNV para tratar dicha propuesta haya sido, "una vez más, el desprecio y la amenaza, y luego la pataleta".

Por su parte, el presidente del PP de Vizcaya, Antón Damborenea, aseguró que a su formación no le da "ningún miedo" que el PSE pueda pactar con el PNV, aunque aseguró que si lo hiciera, supondría "el fracaso del cambio de verdad en las políticas del país". "Tampoco nos íbamos a rasgas las vestiduras si el PSE decide pactar con el PNV los presupuestos y el resto de la legislatura, está en su derecho".