Con calma. El Partido Nacionalista Vasco (PNV) no tiene ninguna prisa para designar a la persona que sustituirá a Juan José Ibarretxe como próximo candidato a lendakari. Pueden pasar meses, y hasta es posible que un par de años, antes de que se activen los mecanismos para elegir al que será nuevo cabeza de cartel de los peneuvistas.

Lo primero que se ha propuesto la dirección del PNV es dar tranquilidad a la organización, asumir el nuevo papel al frente de la oposición en el Parlamento vasco y reforzar su liderazgo en las poderosas diputaciones forales y ayuntamientos que dirige.

El presidente del partido, Iñigo Urkullu, subrayó ayer que el trabajo de los peneuvistas "nunca" se ha basado en una persona. "Nuestra fuerza es que nacimos de abajo hacia arriba y tenemos muchos ámbitos de competencia y responsabilidad", dijo para confirmar indirectamente que nada se para en estos momentos por la marcha de Ibarretxe. Urkullu fue de los pocos a los que el anuncio del hasta ahora lendakari sobre su abandono de la vida política no pilló el martes por sorpresa. La decisión estaba adoptada hace días y se había producido una reflexión conjunta que Ibarretxe administró.

A partir de ahora, sin embargo, la única pauta del discurso peneuvista será la que marque la cúpula a través de sus dirigentes autorizados. Se evitarán así mensajes contradictorios como ha ocurrido en más de una ocasión entre el presidente del partido y el del Gobierno.

El hecho de que en la Cámara vasca no esté contemplada la figura del jefe de la oposición rebaja además las expectativas de convertir al actual portavoz y representante de las posiciones más soberanistas, Joseba Egibar, en punto de referencia.

AUTORIDAD DIVIDIDA Además, Urkullu despejó ayer las dudas al subrayar que el trabajo de oposición en Vitoria lo desarrollará "el grupo parlamentario", en el que se han repartido ya las tareas con tres coordinadores y responsables de área. El ejemplo ya se vivió la pasada legislatura en la que, a pesar de que Egibar era portavoz, sus intervenciones fueron muy limitadas.

La ausencia de un líder en el Gobierno limitará la tradicional bicefalia del PNV, que ha llegado a ser un problema para el partido. Salvo el periodo en el que José Antonio Ardanza fue lendakari y en el que estuvo muy marcado por Xabier Arzalluz, los problemas internos en la familia peneuvista se han polarizado en torno a las dos cabezas visibles de los peneuvistas.

REFLEXION SIN TENSION Por eso, en estos momentos la dirección se plantea afrontar con tranquilidad las reflexiones sobre el futuro sin reabrir tensiones entre sus tradicionales polos, los pragmáticos --que representaría Urkullu con el apoyo de la potente organización vizcaína que dirige Andoni Ortuzar-- y los soberanistas que lidera Egibar.

Al PNV no le urge encontrar sustituto para Ibarretxe. Primero, porque se calcula como muy probable que, salvo sorpresas, la legislatura durará cuatro años y, además, porque considera que ahora cuenta ya con personas en puestos de responsabilidad pública de las que se podría echar mano. No será la primera vez que se ponen ya en candelero los nombres de posibles aspirantes a lendakari, como el portavoz en el Congreso, Josu Erkoreka; el diputado general de Vizcaya, José Luis Bilbao; el propio Ortuzar, o el presidente de la Asociación de Municipios Vascos (Eudel) y alcalde de Tolosa (Guipúzcoa), Jokin Bildarratz.