El PNV no cierra su fractura en Guipúzcoa. La renuncia personal de Jon Jauregi a mantener su candidatura a la Diputación Foral ha puesto en guardia a la dividida militancia peneuvista de este territorio, que en menos de dos semanas deberá avalar para el cargo a Markel Olano, otro hombre fiel a Joseba Egibar.

La decisión de Jauregi de tirar la toalla a última hora del viernes generó ayer cierto sobresalto en el mundo peneuvista. Sólo unos pocos conocían que el miércoles comunicó a Egibar su decisión porque ese día se puso de nuevo en duda su honestidad fiscal cuando se le instó a publicar su declaración de la renta desde la Diputación que dirige el también peneuvista Joxe Juan González de Txábarri, que tiene la confianza de Josu Jon Imaz.

"Lo que le han hecho a Jauregi desde dentro del partido es propio de la mafia calabresa", dijo ayer el presidente del PNV en Alava, Iñaki Gerenabarrena, que comparte con Egibar la línea soberanista del partido enfrentada a la de Imaz. Con una contundencia poco habitual cuando se abordan en público cuestiones internas, denunció que Jauregi ha sido sometido a un "acoso político y personal" desde el partido y desde instituciones, como la Diputación, en las que manda el PNV.

Sin embargo, el presidente del PNV en Vizcaya, Iñigo Urkullu, evitó cualquier alusión a la guerra interna. Además de reiterar la confianza que la asamblea del partido dio el sábado 24 de febrero a Jauregi tras examinar sus datos fiscales y su patrimonio, alabó la "generosidad" del dimisionario y llamó a "pasar página".

Cohesión a prueba Pero la dirección guipuzcoana que preside Egibar no está dispuesta a cerrar capítulo. Las normas del PNV contemplan que las asambleas municipales se pronuncien sobre el candidato propuesto, con reuniones que pondrán a prueba la cohesión interna.