Braman por la unidad de España, pero ellos están más que divididos. Son unos 1.500 y se congregaron ayer en el Valle de los Caídos. De ellos, mil añoran a Franco; el resto, sólo a Primo de Rivera. Les une la nostalgia por el pasado, una gran predilección por los bigotes y las gafas de sol y el odio por todos los partidos políticos democráticos.

Los primeros son La Falange a secas, están liderados por José Fernando Cantalapiedra y son una escisión de la Fuerza Nueva de Blas Piñar, que celebró su propia concentración de octogenarios excombatientes en la plaza de Oriente. Como son pocos, no pueden darse el lujo de reservar el derecho de admisión. Caben las señoras mayores de aspecto respetable, los cabezas rapadas llenos de cicatrices, ancianos con sus medallas de guerra, adolescentes pijos y familias acompañadas de niños pequeños pero que ya saben tararear el Cara al sol .

Después, a misa

Los que se quedaron con ganas de más se reunieron por la noche en el antiguo cuartel de la Montaña (hoy centro cultural Conde Duque) para recorrer a pie los 70 kilómetros que separan la capital de la gran cruz construida en Cuelgamuros. Dejaron flores en la tumba de José Antonio y de Franco y, después de desear la muerte a un buen número de sus enemigos, celebraron una misa para conmemorar el 30º aniversario de la muerte del dictador. Una vez reconciliados con Dios, unos se montaron en sus Mercedes y en sus Audis y buscaron un asador para comer en El Escorial. Otros pusieron el bozal a sus pitbull, sacaron las litronas y se desperdigaron por los montes.

Después fue el turno de los "auténticos falangistas", los de Falange Española y de las JONS, que recordaron "la madrugada en que José Antonio fue asesinado, hace 60 años" y ni miraron la tumba de Franco. Son los que nunca tienen frío porque, aunque el termómetro marque por debajo de los 10 grados, ellos se arremangan la camisa azul hasta más arriba del codo. Prefieren su bandera del yugo y las flechas a la del aguilucho preconstitucional, y aseguran que no son violentos "a diferencia de los cabestros de Cantalapiedra, que no son falangistas sino de extrema derecha".

El discurso de su jefe nacional, Diego Márquez, exhortó a honrar al "cadáver itinerante de una España que nunca le comprendió" y también clamó "contra los partidos de izquierda y derecha que no sólo no solucionan los problemas de la nación, sino que son muchas veces la causa". Criticaron a Zapatero por autodenominarse "rojo y señorito", pero casi más al PP. "Hablemos claro, Rajoy no es de los nuestros porque ahora dice que salvemos la patria, pero hace cuatro años ellos gobernaron con el jefe de los asesinos vascos" (aludiendo a Xabier Arzalluz).

Más afines al PSOE

El jefe nacional de la zona norte, José Vicente Fernández, no tuvo empacho en sostener que, puestos a elegir, la Falange de las JONS está "más cerca del PSOE que del PP, porque al menos los otros son socialistas y obreros". Esta presunta proximidad ideológica la basa en sus deseos de "nacionalizar la banca y hacer justicia social". Fernández cree que Zapatero "está desintegrando España y traerá el caos absoluto" pero que Rajoy "es peor para los trabajadores porque no sólo suscribe la reforma laboral del PSOE, sino que iría más allá y acabaría con los derechos sociales".

Después de celebrar sus actos por separado para evitar encontronazos, todos se hicieron fotos para tener un recuerdo, "ya que los rojos van a quitar el monumento". Los más despistados aplaudieron los dos discursos. Al fin y al cabo, las dos facciones están convencidas de que "en España vuelve a amanecer".