Explican los dirigentes en Podemos que en las elecciones catalanas, el 27-S, perdieron porque no tenían respuesta a la pregunta tótem que marcó toda la campaña. “Nos preguntaban ‘independencia, ¿sí o no? Y como no teníamos un sí o un no fue un desastre”, abundan. Esa noche fatídica de septiembre la cúpula tomó una decisión. No iban a entrar en el proceso electoral de las generales sin respuesta a la cuestión nuclear e iban a volcar todos sus esfuerzos en ser ellos los que marcasen la narrativa en la agenda. A ese dilema de pregunta sin respuesta, indican, se enfrenta en esta ocasión Pedro Sánchez, quien afronta la contienda sin definir su política de pactos tras las elecciones, a pesar de que la vuelta a las urnas se asienta, justamente, sobre qué acuerdos serán posibles.

Como los morados ya estuvieron en ese incómodo lugar, salen con la misma estrategia que aprendieron de Junts Pel Sí: situar constantemente al PSOE en la disyuntiva para evidenciar ante su electorado potencial que votar a Sánchez es “como echar una moneda al aire, porque no sabes de qué lado caerá, si del cambio o el inmovilismo”. Ante ese escenario, apelan al voto útil. Repiten que el único modo de blindar un gobierno de progreso es votar morado.

Los expertos en comunicación política tienen claramente identificado que estas apelaciones al voto útil solo funcionan en la recta final de campaña, cuando ya se ha instalado un clima sobre cuál será el resultado electoral. También señalan que esa interpelación resulta potencialmente valiosa cuando existe un amplio espectro de indecisos, como es este caso, en el que rondan el 30%. La diferencia se establece en hacer una llamada con carga de veneno hacia otras formaciones o desde una posición menos beligerante. En Podemos observan como Mariano Rajoy llamó este sábado“incompetentes” a los dirigentes socialistas para pedir voto de PSOE y Ciudadanos, pero descartan emplear ese tono. Toda mención a los socialistas es prudente. Admiten que los necesitarán para un gobierno que quieren construir rápido y, además, no quieren herir a los simpatizantes históricos del PSOE, puesto que aspiran a persuadirlos.

Otra de las lecciones aprendidas por Podemos -en dos años y medio de vida han afrontado seis campañas- es que llenar mítines con miles de simpatizantes no tiene una traducción directa en votos. En Andalucía, recuerdan, desbordaron el enclave emblemático del socialismo, en Dos Hermanas, y sin embargo se quedaron muy lejos de cumplir expectativas en las elecciones autonómicas. En esta ocasión, han elegido actos menos multitudinarios y más presencia en televisión para intentar llegar a aquellos que nunca acudirían a un mitin. La próxima cita, en el debate electoral a siete, este lunes a las diez de la noche.