La ya conocida en el mundo entero como spanishrevolution ha sacudido de tal forma la campaña electoral que ha dejado al descubierto la gran brecha abierta entre los ciudadanos, cada vez más indignados por la crisis --y por las recetas para salir de ella-- y los discursos de los partidos políticos, a veces tan alejados del sentir social. Nadie es capaz de predecir si esas acampadas pacíficas van a tener reflejo hoy en las urnas, pero está claro que el movimiento ha causado un gran impacto psicológico en la sociedad española: ha despertado la conciencia adormecida de muchos ciudadanos y ha dejado descolocadas a todas las instancias del poder. Desde los gobiernos a los partidos, pasando por las juntas electorales.

Hasta hace una semana, la campaña parecía aburrida. Pero desde que los indignados salieron a la calle se percibió con nitidez que los discursos de los partidos sonaban vacíos, antiguos y ajenos a las preocupaciones diarias de los ciudadanos. Los políticos aparecían ensimismados en la retahíla de consignas preparadas por sus equipos electorales.

Una muestra de que las cúpulas de los partidos no habían captado la marea de descontento, pese a que se venía reflejando desde hacía meses en los sondeos, en especial en los del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que situaban a la clase política como tercer gran problema de los españoles, después del paro y la crisis. Los políticos no supieron percibir lo que el catedrático de Sociología de la UNED, José Félix Tezanos, denomina el ambiente "inflamable", provocado por algunos datos tan reales como que el 48% de los casi cinco millones de parados son menores de 34 años, jóvenes que ven ante sí un negro futuro.

REACCIONES Casi ha sido peor la reacción política a las protestas, que ha oscilado desde comentarios de la derecha político-mediática que atribuyen la rebelión a una mano negra --que algunos han identificado con ETA y otros con Alfredo Pérez Rubalcaba-- y la desorientación de la izquierda, que se ha puesto sin matices --pero también sin concreciones-- a los pies de los manifestantes.

Un fenómeno tan masivo de exigencia de cambio no se había producido desde el final del franquismo. Es inédito en España y se distingue de otros recientes en países europeos, como Grecia, Francia o el Reino Unido, por su carácter pacífico. Ordenado. Respetuoso. Por eso, sea cual sea el futuro de esta rebelión civil y pase lo que pase hoy en las urnas, algo deberá cambiar en la política española, que no podrá, seguramente, dejar de someterse al dictado de los mercados pero que tendrá que hablar otro lenguaje y acercarse más a los ciudadanos. También el mundo del dinero deberá tomar nota. Porque la protesta concierne también a quienes, mientras millones de personas padecen las consecuencias de la crisis, se van de rositas haciendo una exhibición casi obscena de grandes beneficios y exorbitantes salarios.