En esta ocasión fue al norte de Qala-i-Now, la capital de la provincia de Badghis, en el paso de Sang Atesh, casi rozando la frontera con el vecino Turkmenistán. Se trata de un lugar recóndito y desértico de Afganistán, de difícil acceso, enclavado en el valle del río Abi-Gormak. Allí, los propios militares españoles veteranos en el país centroasiático explican en esos foros de opinión que no han pasado el filtro del Ministerio de Defensa que ya se han producido con anterioridad infinidad de ataques contra las tropas de nuestro país. Son incidentes, la mayoría de ellos, que jamás han sido dados a conocer por las autoridades españolas.

El primer vehículo del convoy, un viejo blindado BMR, un trasto pesado y anticuado que absorbe con enormes dificultades toda onda expansiva producida por una bomba, pisó una mina plantada por un grupo talibán encabezado por el mulá Abdul Manan. Un soldado español de origen colombiano, John Felipe de Meneses, de 21 años, vecino de la localidad catalana de Mollet del Vallès, falleció como consecuencia de la explosión. Además de la deflagración --que, al tratarse de una mina, era imposible de neutralizar mediante inhibidores-- se produjo un intercambio de disparos entre atacantes y soldados en el que perdieron la vida tres insurgentes. En declaraciones a EL PERIODICO, el liderazgo talibán en Badghis confirmó la autoría de la acción e instó una vez más al Gobierno español a retirar a los soldados del país centroasiático, apelando, de paso, a la familia del fallecido a que se movilice y convenza a las de sus compañeros militares para evitar más muertes de soldados.

No se trata de un golpe más para la que se ha convertido en la más peligrosa misión emprendida nunca por el Ejército español en el extranjero. La muerte de John Felipe de Meneses reviste un especial significado, ya que constituye la primera baja mortal sufrida por el contingente en Badghis, provincia cuya reconstrucción es precisamente responsabilidad de España.

Hasta ahora, todos los atentados mortales contra españoles se habían producido más al sur, ya sea en la provincia de Herat o en la de Farah, dos zonas en las que los soldados patrullan o patrullaban hasta fecha reciente, pero donde el bienestar de sus habitantes y su consiguiente actitud hacia las tropas extranjeras no es de la incumbencia directa del los mandos militares de España.

El fatal incidente, en el que resultaron heridos otros seis militares, constituye la prueba fehaciente de que la situación continúa deteriorándose en Badghis, donde se encuentran desplegados 460 del millar largo de militares españoles en Afganistán. Y es que el incremento en los niveles de violencia que vive la provincia bajo responsabilidad española ha sido vertiginoso, casi espectacular. En el 2006 y principios del 2007, Badghis era uno de los lugares más seguros del país; incluso era posible ver a soldados españoles patrullando sin casco por las calles de Qala-i-Now (pese a que ello les reportaba alguna que otra reprimenda) o a cooperantes adentrándose en burro por los caminos secundarios de la provincia.

Toda esa envidiable atmósfera de cooperación y relativo entendimiento con la población local se ha desvanecido en un espacio de tiempo de solo dos años, mientras las malas noticias se acumulan para el contingente español. "En los últimos días ha habido numerosos ataques contra camiones del Programa Mundial de Alimentos; los talibanes asaltan camiones y matan a los conductores; tres conductores han muerto en los últimos días", asegura una fuente anónima muy próxima al contingente militar español. "Conduzco un camión entre la provincia de Faryab y la de Herat, y hay que atravesar Badghis; en ocasiones, veo combates entre los talibanes y el Ejército", explica Khalefa Gul Mohamed. "La gente de Badghis está sedienta de reconstrucción y puestos de trabajo; debido al paro o a la corrupción, o se van a Irán o se unen a los talibanes; los combates en Badghis se han recrudecido, especialmente en Qadis y Bala Murghab", revela Mohamed Gul Aziz, mediador del presidente Hamid Karzai para asuntos tribales.

Los talibanes hacen sentir su influencia en amplias zonas de la provincia. "Podemos decir que entre un 60% y un 80% de la zona está controlada por los talibanes; mi hermano viaja a veces a Moqur (localidad a unos 15 kilómetros de Qala-i-Now, la capital) y lo pasamos bastante mal por su seguridad", estima Wasima Badghisi, profesora de 25 años en la Universidad de Herat, que reparte su tiempo entre la provincia homónima y Qala-i-Now. "La situación en los distritos es igual de mala que este verano", cuando arreciaban los ataques talibanes previos a las elecciones presidenciales para amedrentar a la población, relata sayyed Abdul Rahim Rahmani, director de radio Hanzala en Badghis. Todo ello ha provocado que los cooperantes de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID) estén literalmente encerrados en el Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT) de Qala i-Now sin salir del recinto.