La estrategia del PP de inundar de recursos el escrutinio del voto emigrante en las elecciones gallegas no persigue sólo disputar hasta el último momento el Gobierno de la Xunta. Va más allá. Aunque el partido ya asume internamente como irrefutable la derrota, peleará en los tribunales con la intención de blindar el liderazgo de Mariano Rajoy. Si el fracaso en Galicia es por la mínima y se siembran dudas sobre el escrutinio, los populares creen que es más difícil pedirle cuentas al presidente del partido.

Rajoy afirmó el 20 de junio, al día siguiente de las elecciones gallegas, que se sentía "respaldado" por los suyos y que partía en buena posición para alcanzar la Moncloa en las elecciones generales. Durante la campaña gallega, Rajoy llegó a pedir el voto dejando claro qué se jugaba y relegando a un segundo plano a un candidato de 82 años para el que aún no hay relevo. Por tanto, cuanto más tiempo pase se debilita la posibilidad de una crisis.

A Rajoy no se le pasa por la cabeza tirar la toalla por una derrota en Galicia por los pelos. De hecho, en septiembre pretende acometer cambios en el PP gallego, aun a riesgo de que se produzcan escisiones.

Dilatar el proceso electoral también será útil de cara a la conferencia de presidentes autonómicos prevista para el 28 de julio. Las fechas podrían llegar a solaparse porque el PP está dispuesto a llegar al Tribunal Supremo y al Constitucional con el argumento de que la cuantía de los votos impugnados es decisiva. Es decir, que podría ocurrir que llegara el día de la conferencia autonómica y que el socialista Emilio Pérez Touriño no haya podido ser investido aún presidente de Galicia.

A lo que sí desea poner fin el PP es a los efectos de la comisión del 11-M. Fuentes de la directiva admiten que la cuestión ya ha coleado demasiado y que las vacaciones parlamentarias servirán para pasar página. Precisamente, Rajoy pretende preparar en septiembre el próximo curso rodeado de su cúpula en un retiro como el que organizó en enero en Sigüenza para diseñar una estrategia centrada en aportar propuestas, ya que algunos de los miembros de la ejecutiva llevan pidiendo hace tiempo "más mensaje y menos crítica".

Por su parte, Fraga sostiene que no está dispuesto a abandonar el barco y que continuará en la política gallega "desde dentro o desde fuera", aunque sea como jefe de la "leal oposición".