Pablo Casado no para. Llegó a la cúpula del PP en julio tras ganar las primarias y parece que está en campaña permanente. Ofrece entrevistas, da canutazos y organiza actos sectoriales cada día. Ayer reunió en Madrid a sus barones territoriales; hoy viajará a Segovia; mañana, a Cuenca, y el jueves y el viernes, a Atenas (Grecia), donde participará en una reunión del Partido Popular Europeo. Ya tiene previstas en su agenda 52 actividades como presidente de los populares antes de Semana Santa. Su estilo es tan diferente al de Mariano Rajoy que parece que ha pasado un lustro desde que el político gallego no dirige los designios de los populares.

La mañana que anunció que se presentaría a las primarias, el pasado mes de junio, Casado atendió a los medios de comunicación en la puerta de Génova y declaró que deseaba «recuperar» a los votantes que se habían ido a Ciudadanos y a Vox. La derechización por la que ha apostado, y que escenificó en la convención nacional de la mano de José María Aznar, no ha dado réditos en las encuestas por ahora. Algunos sondeos, entre ellos el controvertido del CIS, señalan que esas dos fugas hacia el partido naranja y los ultras siguen abiertas. Por ahora, Casado tiene las filas prietas. El fin del socialismo en la Junta de Andalucía, con una presidencia lograda gracias a los votos de Vox y Ciudadanos, le ha servido de visado para seguir imponiendo su estrategia sin apenas contestación pública. Con ese triunfo a medias en Sevilla, Casado empezó ayer a organizar el comité de campaña de las municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo y puso al frente a Javier Maroto, su vicesecretario de Organización.

Maroto aseguró que su partido cuenta con encuestas «clarísimamente» distintas y dijo estar preparado para capitanear el comité del 26-M con el que Casado y él pretenden «electoralizar desde ya al partido en todos sus ámbitos».

El vicesecretario, que atendió a la prensa tras la reunión del comité ejecutivo nacional al que son convocados los presidentes autonómicos y regionales del PP, explicó que a los comicios de mayo el PP se presentará con un programa marco que Casado ha bautizado como un «contrato liberal e ideológico» de medidas que representan los «valores y los principios del PP». Y enumeró algunas: la «revolución fiscal», la defensa de una educación «en libertad», el apoyo a todas las familias, medidas que impulsen la cohesión territorial de España, la defensa del agua, la inmigración y la lucha contra la violencia del género.

Sobre este último asunto, el vicesecretario de Organización marcó distancias a iniciativa propia con el discurso de Vox al afirmar que «existe una violencia contra la mujer por el hecho de ser mujer que es compatible con otra violencia distinta, la que se da contra niños o ancianos».

REPETIR LA FÓRMULA ANDALUZA / Casado, que continúa refiriéndose a Abascal, exdirigente del PP vasco, como su «amigo», considera que la fórmula del tripartito andaluz pude repetirse en otras alcaldías y gobiernos autonómicos. El presidente del PP está dispuesto a revalidarla y ha conseguido que algunos barones admitan ya en público que no tendrán problemas de recibir el respaldo de Vox si es necesario para alcanzar la presidencia de sus comunidades.

Es el caso del líder conservador en Extremadura, José Antonio Monago. «Si fui capaz de gobernar con IU y gobernamos cuatro años, honestamente, con mucha intensidad y dedicación, en favor de los extremeños, podríamos hablar con el resto», declaró Monago en la puerta de Génova, cuando acudía a la reunión del comité ejecutivo nacional.

No obstante, aclaró que aspira a ser, cuando menos, la formación más votada en Extremadura, «y luego pues Dios dirá, a barajar cartas seguramente». «La baraja la están lanzando los ciudadanos de esta manera», señaló ante un escenario marcado por el fin del bipartidismo, de modo que «ahora toca barajar las cartas que nos dan los ciudadanos».

Por ello, al ser preguntado por qué hay que hacer ante la irrupción de Vox, contestó que «convivir», como con todas las fuerzas democráticas.