Hay un PP que no quiere entrar en polémicas sobre las difíciles relaciones entre España y Marruecos y un PP que pide al Gobierno mano dura con el país vecino. Hay un PP que dice querer trabajar "en positivo" y otro PP que acusa al Ejecutivo de no defender la dignidad de las fuerzas de seguridad que se encuentran en las ciudades autónomas. Ambos se manifestaron ayer en dos continentes distintos.

Desde Melilla, donde llevó a cabo una visita que ha irritado a Marruecos, Mariano Rajoy trató de rebajar la tensión con Rabat, evitó trasladarse a la frontera de Beni Enzar --el escenario de los incidentes que el pasado agosto prendieron la mecha de la crisis diplomática-- y no cargó en ningún momento contra el Gobierno. Desde Madrid, hasta cuatro dirigentes conservadores dijeron que la política del Ejecutivo con Marruecos era "débil", que no defendía a Rajoy de los ataques del país norteafricano y que la "oposición está donde no llega el Gobierno" al apoyar a los policías que fueron atacados por los activistas promarroquís.

¿Con qué PP quedarse? Son mensajes dirigidos a distintos auditorios. Rajoy procuró calmar a un Gobierno marroquí que el miércoles --por medio de una carta de su primer ministro, Abbas el Fassi-- expresó su "total rechazo a la visita provocadora" y ayer, a través de su ministro de Comunicación, Khaid Naciri, pidió al líder del PP que no se inmiscuyera en las relaciones entre ambos países. Las declaraciones de los cuatro dirigentes populares --Ana Mato, Esteban González Pons, María Dolores de Cospedal y Gustavo de Arístegui-- son de consumo interno, para castigar al Ejecutivo.

UN VIAJE "NORMAL" Rajoy pasó por Melilla con discreción. Inició su estancia de cinco horas emulando el paseo que en agosto ya hizo el expresidente José María Aznar, pero sin la locura ciudadana que desató este en las calles. El líder popular besó, recogió cartas personales y posó con varios admiradores. Aun así, faltó épica. Rajoy no quiso problemas, dijo que venía "de buen rollo", que el suyo era un viaje "en positivo", "normal", similar al que mañana le llevará a Palma y pasado a Barcelona.

Pero no es lo mismo. Epicentro de una crisis diplomática que sigue sin resolverse del todo, a la carta y las declaraciones de los mandatarios marroquís se unieron ayer los cánticos y proclamas de los activistas que se manifestaron en Beni Enzar. Allí exhibieron el nuevo cartel de esta temporada, un estercolero con fotos del presidente de Melilla, Juan José Imbroda, de Aznar y del propio Rajoy. No hubo más de 30 personas, muchos señores mayores y niños, que con banderas y pancartas denunciaron la "provocación" de Rajoy, para seguir después con el himno de Marruecos y marchas militares.

Sonaban a todo volumen, pero el presidente del PP no las oyó. A diferencia de Aznar en agosto, Rajoy evitó acercarse a Beni Enzar y con su visita incluso incluso cosechó los elogios de José Luis Rodríguez Zapatero. "Sus frases han sido correctas y han ido en la buena dirección", aseguró desde Bruselas el presidente del Gobierno, que celebró que Rajoy tratase "con responsabilidad" los relaciones hispano-marroquís. Horas antes, el ministro de Educación, Angel Gabilondo, había criticado al líder del PP.

EL ENCUENTRO El jefe del Ejecutivo anunció que es probable que el lunes se reúna con el rey Mohamed VI en Nueva York, adonde ambos tienen previsto viajar para participar en una cumbre de la ONU. Hasta ayer, se sabía que era el rey Juan Carlos quien tenía pendiente un encuentro con el monarca alauí, con el que conversó a mediados de agosto, cuando empezaron los problemas en Melilla. El Ministerio de Exteriores y la Casa del Rey consideraron ayer que la entrevista entre Zapatero y Mohamed VI no supone la anulación de la cita entre ambos monarcas, aún sin lugar ni fecha.