El jefe de la oposición, Mariano Rajoy, se sentía ayer lleno de razones al considerar que la Unión Europea ha bendecido todas las recetas económicas que planteó en la reunión que, el pasado miércoles, mantuvo con el presidente del Gobierno. "Lo que me negó a mí en la Moncloa es lo que tiene que hacer ahora, porque le obliga Europa", sentenció ante su ejecutiva un Rajoy que, entre otras cosas, se ofreció a echar una mano siempre que se "acometa una verdadera reducción del déficit y reformas estructurales". Pero esa mano generosa pasó, en cuestión de minutos, a convertirse en una mano directa al cuello de José Luis Rodríguez Zapatero, al que el PP se plantea echar del poder con una moción de censura. La coartada se la facilitó a Rajoy el portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, que hace unos días abogó por propiciar un gobierno de concentración que impulsara reformas y, después, convocar elecciones anticipadas.

"Sobre esas cosas que se están oyendo..., el PP no descarta nada --señaló Rajoy--. No descarto ninguna actuación si el Gobierno sigue en la situación en la que está en estos momentos". Una situación que, en su opinión, amenaza el futuro de España y sus opciones de recuperación. Con este panorama, añadió, "todas las posibilidades están abiertas". Pero con condición.

El requisito que puso el presidente popular para dar un paso al frente contra Zapatero es tener garantizados los apoyos necesarios para que no termine todo en puro humo. "No nos gustaría poner en marcha una iniciativa que no resolviera las cosas y generase más frustración", advirtió Rajoy. A media tarde, Duran recogió el guante e hizo algunas matizaciones. A saber: que él reivindica un gobierno de base "amplio" presidido por "una gran personalidad", donde tuvieran cabida PSOE, PP, PNV y CiU para impulsar reformas. Y que en ningún caso podría estar liderado ese equipo por Mariano Rajoy. Añadió que no era partidario de la moción de censura, sino del gobierno de concentración y del adelanto electoral.