Juan Manuel Moreno Bonilla, líder del PP andaluz desde hace apenas cuatro años y medio, se convirtió ayer en el sexto presidente de la autonomía andaluza y el primero que no pertenece al PSOE después de casi 37 años. Un reto que ninguno de sus antecesores logró pese a obtener mejores resultados electorales y que ha sido posible únicamente con el apoyo de Ciudadanos y también de la extrema derecha de Vox, un modelo de alianza que las derechas pretenden exportar al resto de España. La formación ultra, desde el primer momento, quiso dejar claro que ellos son quienes han permitido un «cambio histórico». Susana Díaz se estrenó como líder de la oposición advirtiendo de que los socialistas ejercerán de dique de contención frente a «los retrocesos y la involución» del Gobierno conformado por los «herederos del franquismo».

Poco antes de las cinco de la tarde, el Parlamento andaluz proclamó a Moreno presidente de la Junta, en primera votación y por mayoría absoluta. 59 votos frente a los 50 en contra procedentes del bloque conformado por PSOE y Adelante Andalucía. El líder del PP, en un tono mucho más relajado que el día anterior, no ocultó su felicidad por un escenario en el que «siempre creyó», según aseguró nada más ser investido. Tras comunicarse su nombramiento al Rey y salir publicado en el Boletín Oficial de la Junta, Moreno tomará posesión del cargo mañana en una ceremonia en la que contará con sus dos grandes valedores políticos, Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría. También acudirá el actual líder del PP, Pablo Casado.

NUEVO BARÓN POPULAR / Con ellos asistirá el fin de semana a la convención nacional del partido convertido ya en uno de los barones territoriales más poderosos, pese a gobernar en coalición y en minoría. A comienzos de la próxima semana dará a conocer la composición de su Ejecutivo para que pueda empezar a funcionar lo antes posible. Como primeras medidas, avanzó el encargo de una auditoría integral de la Junta para conocer el estado financiero de la administración y sus empresas públicas, además de aprobar las iniciativas para bonificar al 99% el impuesto de sucesiones y dejarlo igual que la Comunidad de Madrid.

Pero antes de llegar a ese momento, Moreno tuvo que dar la réplica a los partidos políticos. Una jornada en la que se evidenció cómo serán los próximos meses en el Parlamento, con un bloque de izquierdas afanado en dibujar un escenario de precariedad y retroceso de los derechos sociales con el nuevo Gobierno, y unas derechas que, pese a que muestran una gran sintonía ideológica, compiten por un mismo espacio electoral. Y además, dos de ellos tratan de marcar distancias.

La única hoja de ruta que seguirá Ciudadanos, avisó, son las 90 medidas pactadas con los populares. «De lo demás, será usted responsable y la fuerza política con la que ha firmado otro acuerdo (en alusión a Vox), pero no vincula a mi formación», le soltó el líder regional de Cs y futuro vicepresidente de la Junta, Juan Marín, a su nuevo socio. «Los amigos de mis amigos son mis amigos», le atajó más tarde Susana Díaz, que durante su intervención, la más dura que se vio ayer, recordó que, por mucho que se empeñen, el PSOE fue la fuerza más votada y es la ultraderecha quien tiene «la sartén por el mango».

El panorama puede parecer inestable, pero Moreno insiste en que la legislatura nace con vocación de estabilidad y aguantará los cuatro años. Una tesis que comparten incluso en la izquierda. «Esto va a durar porque es el mercado», arguyó el portavoz de IU, Antonio Maíllo, en una entrevista radiofónica, durante la que deslizó, como hizo más tarde la propia Díaz, que hay muchos intereses económicos detrás del nuevo Ejecutivo que permitirán mantenerlo cohesionado.

EL ESTRENO DE VOX / Con la bajada de impuestos que pregonan PP y Cs y el recorte de empresas públicas y entes instrumentales no se podrán financiar muchos servicios públicos, por lo que la ya expresidenta Díaz no ocultó sus dudas acerca de que ese adelgazamiento no conlleve una privatización de las empresas y los entes más rentables. Ya lo dijo Moreno en su discurso,: quiere que Andalucía tenga la oportunidad de comprobar el modelo de gestión que el PP ya ha implantado en otras regiones.

Además de comprobar cómo Díaz se ajusta el traje de oposición, donde pese a la intención de su partido piensa aguantar con la esperanza de recuperar el poder, el debate sirvió para presenciar el primer discurso institucional de Vox, centrado en la defensa «sin complejos» de sus principios morales: tradiciones, unidad de España y familia «tradicional y natural». Muy duro, el portavoz Francisco Serrano se reivindicó como «la herramienta democrática que ha puesto fin al régimen» socialista, una «dictadura de izquierda». Y dejó claro que no piensan renunciar a «ninguno de sus planteamientos», sobre todo a la derogación de la ley contra la violencia de género.