Pablo Casado ordenó a sus filas sortear cualquier pregunta sobre el aborto y atenderse a la «defensa de la familia» después de que tuviese que echar freno a sus convicciones personales, las que le llevaron a defender la vuelta a la ley de supuestos del 1985, ante el alúd de críticas que levantó su idea, tanto dentro como fuera del PP. Dirigentes y afiliados le censuraron ante el temor de ahuyentar votantes de centro e indecisos en plena precampaña electoral, pero su número dos en la papeleta del 28-A, Adolfo Suárez Illana, mordió el anzuelo en los micrófonos de Onda Cero y se envalentonó en su postura antiabortista.

El hijo del expresidente del Gobierno sostuvo que «hay que ayudar a las mujeres que tienen que decidir si quieren ser madres de un niño vivo o muerto» y comparó la interrupción voluntaria del embarazo con prácticas neandertales: «Lo que no es un embrión, es un tumor. Si no lo tocamos, acaba siendo una vida [...] Que me digan que se puede matar antes o después, pues mire oiga los neandertales también lo usaban: esperaban a que naciera y entonces le cortaban la cabeza», aseveró, y culminó su reflexión asegurando que «en Nueva York se acaba de aprobar una ley por la cual se permite el aborto después del nacimiento».

Pero lo cierto es que la ley de salud neoyorquina ni mucho menos ampara el asesinato («el aborto después del nacimiento»), lo que establece es que se podrá abortar en la recta final del embarazo, es decir, después de las 24 semanas, «para proteger la vida o salud de la madre» o si el feto «no es viable».

Suárez Illana pertenece a la fundación Red Madre, una asociación antiabortista creada en 2007 que ofrece ayudas a embarazadas y en la que también participa el exministro Alberto Ruiz Gallardón, ideólogo de la propuesta de reforma de la ley del aborto del PP en el 2014, un plan aún más restrictivo que le costó el puesto. Esta organización es una de las que impulsó la llamada Marcha por la Vida a la que acudieron representantes populares el pasado domingo en Madrid, entre ellos, el secretario general Teodoro García Egea.

La llegada de Casado a la cima del PP propició una retahíla de declaraciones sobre un asunto que Mariano Rajoy prefirió enterrar en el debate público. El incipiente líder se estrenó en el trono con la insistencia de volver a la ley de supuestos de 1985, la que despenalizó el aborto en los supuestos de violación, riesgo para la salud física y psíquica de la madre y malformación en el feto, y arrinconar la de 2010, que permite el aborto libre en las 14 primeras semanas de gestación. Un extremo que el PP llevó al Tribunal Constitucional por «ser contrario al derecho a la vida» sobre el que aún no se ha pronunciado y, por ello, dirigentes populares optan por no entrar en la contienda y no aparece dicha propuesta en su programa electoral para el 28-A.

«En España existe la barra libre para abortar» o «Si queremos financiar las pensiones y la salud, debemos pensar en cómo tener más niños y no en cómo los abortamos» fueron sus frases más sonadas.