El PP decidió anoche flexibilizar las condiciones para poder ser presidente del PP. Habrá menos requisitos y más facilidades para evitar los congresos a la búlgara . Y a partir de hoy, el que sea elegido líder del partido será el candidato a la Moncloa hasta el siguiente cónclave. O sea, que Mariano Rajoy saldrá de Valencia como jefe de los populares y aspirante al Gobierno. Eso significa que si José Luis Rodríguez Zapatero decidiera adelantar comicios o prosperase una hipotética moción de censura, el partido, con sus nuevas normas, no tendrá que reunir a la junta directiva nacional para elegir a su cabeza de lista. Ya lo tendría.

Pero si eso no sucede, Rajoy será presidente y candidato hasta el próximo cónclave del PP, en el 2011, un año antes de la fecha prevista para las generales. Entonces, se aplicará un nuevo reglamento que permitirá, mediante unas primarias de nuevo cuño, que cualquier militante al corriente de pago de cuotas, con el apoyo de otros cien afiliados, se convierta en precandidato.

Comenzará en ese momento una campaña de 20 días y un proceso de elección de compromisarios de listas abiertas. La dirección garantizará neutralidad. Al término de ese periodo, solo los que logren el apoyo del 20% de los asistentes al congreso pasarán a la gran final . Ya con el cónclave en marcha, se votará entre los finalistas y el ganador será presidente y candidato.

Pese a mantener sus críticas, el PP ha rebajado también el tono de los ataques al PNV, y en su ponencia política distingue la conducta de la dirección y la de sus bases. En el texto remozado se acusa a los dirigentes peneuvistas de desligitimar al Estado y no contribuir a la lucha antiterrorista, pero ya no se les considera "partidarios" de ETA. Además, se incorpora una referencia a la militancia nacionalista y se reconoce que una parte de ella, "a causa de la ambigüedad" de sus dirigentes, ha adquirido "el compromiso moral" de la lucha contra el terrorismo.

Los matices a los ataques al PNV, y por lo tanto a la beligerancia de María San Gil, no fueron óbice para que muchos compromisarios lamentasen su ausencia, hasta el punto que Francisco Alvarez-Cascos reclamó su regreso al partido. También Alejo Vidal-Quadras, con una aplaudida intervención antinacionalista, cerró su discurso con un "brindis a María".

Horas antes, el secretario general del PP vasco, Carmelo Barrio, alertó de que sería un "retroceso lamentable" que se suavizase la crítica al PNV porque es la fuerza nacionalista "más brutal en el sentido político, por su intención de paralizar la Constitución, de dividir a los vascos entre sí y con el resto de España". "No se puede edulcorar nada".

EL MENSAJE DE CASCOS De hecho, la ponencia mantiene que el conjunto de los "nacionalismos excluyentes" persisten en la ofensiva para "intensificar la disgregación de España". La prueba de que este sigue siendo uno de los caballos de batalla del PP es que buena parte de intervenciones de los participantes en la ponencia insistieron en la idea de que España es una sola nación. Entre los discursos más duros y a la vez vitoreados, una vez más destacó el de Vidal-Quadras. "Los nacionalistas no son integrables, por eso han de ser neutralizables", proclamó.

El PP, como concesión a Cascos, concretó su definición como "partido de centro reformista al servicio del interés de España", cuyos principios están inspirados en "la libertad, la democracia y el humanismo cristiano de tradición". Cascos agradeció que se incluyesen sus enmiendas pero no se abstuvo de concluir con un mensaje contundente: "Ahora que no tenemos dudas sobre la ideología, toca ponernos a trabajar en los problemas que tenemos".