Al enemigo, ni agua. Y al adversario político, en vísperas de elecciones, tampoco, aunque eso suponga desmarcarse del presidente de honor del partido, José María Aznar. Con esa filosofía el PP diseñó ayer, bajo la supervisión de Mariano Rajoy, la estrategia con la que reaccionar al incidente diplomático que, en la Cumbre Iberoamericana, protagonizaron el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el rey Juan Carlos.

Así, los populares creen que ese enemigo al que no dar agua es Chávez, para quien exigen una contundente respuesta, incluida la retirada --bajo la fórmula de llamada a consultas-- del embajador español en Caracas. Y piensan que el adversario político no es otro que el PSOE de Zapatero, al que acusan de haber dado alas a Chávez. Y tan seguros están de su análisis que no dudan en decir que la llamada de agradecimiento de Aznar a Zapatero fue "a título personal" y, en ningún caso, en nombre del PP. Mientras, el Gobierno intenta resolver la crisis con Venezuela por la vía del diálogo.

Rajoy desayunó ayer con varios de sus colaboradores, en la tradicional reunión de maitines . Allí se habló de los insultos de Chávez a Aznar y la respuesta que le dieron Zapatero y el Monarca en la cumbre. Los conservadores decidieron salir en defensa del Rey, no así del jefe del Ejecutivo, y remarcar públicamente que los exabruptos del presidente venezolano son fruto del exceso de tolerancia del Gobierno socialista.

Asimismo, se optó por solicitar al Gobierno una manifestación de rechazo a lo ocurrido, convocando al embajador venezolano en Madrid y llamando a consultas al español. Demandarán también que el titular de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, comparezca en el Congreso.

Con esa ristra de iniciativas, la actual dirección del PP se distanciaba del exjefe del Ejecutivo y presidente de honor del partido, quien el sábado telefoneó a Zapatero, además de al Rey, para agradecerle que hubiera reclamado a Chávez respeto para un presidente electo español.

AGUIRRE, LA EXCEPCION No obstante, los populares eran conscientes de que la prensa recalcaría las diferencias de criterio entre Aznar --agradecido a Zapatero-- y Rajoy y sus colaboradores, críticos con el Gobierno. En ese contexto, optaron por intentar centrar la atención en las declaraciones que Chávez hizo el domingo, en las que insinuó el Rey pudo estar detrás del golpe de Estado en Venezuela, en vez de evocar la sesión de la cumbre del sábado, en la que el jefe de Gobierno defendió a Aznar.

Pero el plan diseñado a primera hora de la mañana no funcionó, y en la sede central del PP, en rueda de prensa, Angel Acebes se vio obligado a pronunciarse sobre la notable diferencia de mensajes entre Aznar y Rajoy: el expresidente del Gobierno se pronunció "a título personal", aseguró, y es Rajoy quien se encarga de fijar la posición del PP.

Pero hubo quien se salió del guión preestablecido, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que elogió a Zapatero por "haber sabido estar en su sitio" y actuar como "un presidente democrático que no permite que se menoscabe la dignidad y honor" de otro expresidente.

Voces como la de Aguirre contribuyen a aumentar la satisfacción en el Gobierno que, en un intento de calmar los ánimos tanto aquí como en Venezuela, no llamará a consultas a su embajador. Según la secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, antes de tomar decisiones que puedan ser "más grandilocuentes" hay que hacer "un trabajo de fondo para evitar que el riesgo y el daño empeoren aún más la situación". En el Ejecutivo insisten en que el incidente entre el Rey y Chávez fue solo eso, un "encontronazo", en palabras de Jiménez.

Por eso el discurso es que ahora lo que hay que hacer es dejar trabajar a la diplomacia y evitar que se produzca una "escalada verbal" que complique aún más las relaciones con Venezuela. Pero rebajar el tono no está reñido con mantener la firmeza. De ahí que el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, insistiese ayer en que el Ejecutivo quiere que España se lleve bien con Venezuela, pero también añadiera que para hacerlo posible pide "razonablemente" a Chávez más consideración: "Que respete a nuestro Rey, a nuestro presidente y a nuestros expresidentes".

Esa misma contundencia es la que va a utilizar el Gobierno para responder a las críticas del PP. Y nada mejor que hurgar en la herida que ha provocado la llamada de Aznar a Zapatero. Hasta el punto de que ayer, por vez primera desde que ocupa el cargo, el secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, ensalzó el "sentido de Estado" del expresidente. Moraleda contrapuso la actitud de Aznar a las críticas "irracionales" de Rajoy.

BUENAS CARTAS SOCIALISTAS Los socialistas saben que en esta partida llevan buenas cartas. Aznar se reunió 14 veces con Chávez y el presidente venezolano --al que ahora Rajoy califica de "amigo peligroso" de Zapatero-- afirmó en su momento que se sentía "reconfortado" con la segunda victoria del PP.