El PP cumplió ayer la segunda etapa de su gira por las calles españolas. Si el pasado sábado fue Madrid, a cuenta de la política antiterrorista del Gobierno, y el sábado que viene, también en Madrid, contra los matrimonios homosexuales, ayer el motivo fue protestar por la devolución de los documentos del Archivo de Salamanca incautados a la Generalitat republicana durante la guerra civil. Decenas de miles de personas siguieron ayer la consigna de los populares y protestaron encabezados por dirigentes del partido.

El PP no regateó esfuerzos. Fletó 200 autobuses desde todos los puntos de Castilla y León y desde Madrid para equilibrar las presumibles bajas entre los socialistas salmantinos. El ayuntamiento, con Julián Lanzarote (PP) al frente, se encargó de la intendencia. Convocó a todos los salmantinos por carta, publicitó el acto e incluso cerró mercados municipales, como el de antigüedades, para evitar contraprogramaciones. Llegó a plantearse el cierre de las piscinas.

CARGOS DEL PP AL FRENTE Angel Acebes, Esperanza Aguirre, Eduardo Zaplana, y exministros de la etapa de José María Aznar como Pilar del Castillo o Jesús Posada encabezaron la marcha. Fue el extitular de Interior, Acebes, el encargado de acusar que Zapatero ha aceptados que los "radicales e independentistas" de ERC "rompan" todo lo que representa "la unidad de España".

El objetivo de ayer era superar el número de manifestantes de la protesta que hubo en 1995, cuando 50.000 salmantinos respondieron a la llamada del PP y, entonces, también del PSOE. Esta vez, los socialistas no participaron. Varios miles de personas llenaron la plaza Mayor hasta el punto de que muchos no pudieron cubrir los 2.600 metros del recorrido (ida y vuelta al Archivo) porque cuando aún no había salido la cabecera, ya entraba de nuevo en la plaza.

El ambiente era de fuerte crispación. El principal objetivo de las iras fue el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a quien se le tildó de "embustero" y "traidor". De venderse a "unos mamarrachos", pancarta ésta que venía ilustrada por la imagen de Pasqual Maragall tomando la foto de Josep Lluís Carod-Rovira laureado con la famosa corona de espinas. Al jefe del Ejecutivo le recordaron que "Salamanca no es Perpiñán" y lo disfrazaron, incluso de Darth Vader, el malísimo de La guerra de las galaxias .

GRITOS DE "ESPAÑA, ESPAÑA" Carod también tuvo su protagonismo en los coros que se escucharon y las pancartas que se exhibieron, aunque a distancia de los gritos contra el PSOE y Zapatero o los "España, España". Mención aparte merece el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, diputado por Salamanca y antiguo defensor de la unidad del Archivo. Una pancarta en la que se le exigía que cumpliera la palabra dada en 1995 mereció grandes aplausos de los asistentes. En aquella ocasión, el socialista dijo que se llevarían los papeles por encima de su cadáver. De hecho, el líder del PP, Mariano Rajoy, reclamó la dimisión de Caldera.

El acto se cerró con un manifiesto leído por el periodista y escritor Alfonso Ussía, en el que habló del "sector chantajista en alusión a ERC de la digna sociedad catalana", se preguntó por la "mutación cultural" de Caldera y exhortó a Lanzarote a seguir en la lucha. Ussía, tras preguntarse si la "mutilación" del archivo iba a realizarse, acabó con un aplaudidísimo "pues va ser que no".