El ambiente prebélico es palpable. Las bases militares americanas de Rota (Cádiz) y Morón de la Frontera (Sevilla) han aumentado de grado la alerta y están ya preparadas para recibir a los contingentes con destino a Irak.

Los mandos de las fuerzas militares de los EEUU destacadas en España están sumidos en el más absoluto mutismo. No hay información, sólo permanecen a la espera de acatar las órdenes de George Bush. Sin embargo, los trabajadores de ambos recintos militares no siguen la censura impuesta por las fuerzas americanas y saben que la guerra está cercana.

"Llevan dos meses reforzando la seguridad de la base, ahora hay cámaras de vigilancia por todo el perímetro de la verja y el tránsito de los buques es mayor". Julio Malvido es bibliotecario en la base aeronaval de Rota, el asentamiento militar de EEUU más importante en el Mediterráneo. Según dice, ahora la vigilancia es extrema y el grado de alerta ha aumentado hasta "bravo", la tercera en gravedad tras la conocida "alerta roja".

"El tráfico de aviones es tan grande que incluso los trabajadores tienen que hacer horas extraordinarias", asegura. Un compañero del aeropuerto le ha comentado que, el viernes, de una de las aeronaves descendieron varias focas. "Son para detectar minas submarinas, están entrenadas".

Una docena de barracas acaban de ser construidas para dar cobijo a un millar de hombres. Además, hay un nuevo hospital y tanatorio. Uno de los contables se sonríe: "Es que los americanos tienen dinero para todo". El lo sabe bien. Desde hace años lleva la contabilidad de la base y de todos los asentamientos militares en el Mediterráneo.

EL TEMOR A PARTIR

La base de Rota se extiende a lo largo de 2.400 hectáreas y supone el 28% de la superficie total del municipio. Bill, conductor de bomberos del aeropuerto, toma café en un bar y lee Stars and Stripes (barras y estrellas), la más conocida publicación entre los militares estadounidenses. No revela datos, pero su relato evidencia que la guerra contra Irak no es una conjetura. "Los militares entienden que es su trabajo si tienen que partir. Es difícil para los familiares, pero es así", dice.

Lleva sólo dos semanas en España y ya tiene que volver a EEUU. "Ultimamente nos relevan cada dos semanas". No sabe por qué. Lo único que tiene claro es que también le puede tocar a él. "Si necesitan más gente tendré que ir. No nos gusta, es un lugar en el que no somos bienvenidos".

El miedo no surge entre los vecinos de Rota. Muchos de ellos han crecido con la base, en funcionamiento desde hace 50 años. Pocos entran y salen de ella, sólo los taxistas. Antonio se pasa el día cruzando la barrera de seguridad. "¿Miedo? Imposible, ya estamos acostumbrados. Cuando yo nací, la base ya estaba allí".

No sólo los roteños se han acostumbrado a la presencia de los americanos. Ellos se han aficionado a sus costumbres, "sobre todo a las tapas", comenta el alcalde, Domingo Sánchez, que se enorgullece de su excelente relación con el capitán de la base, John Orehms. "Ellos están preparados", afirma. Orehms, entretanto, aprende a bailar sevillanas.

MANIOBRAS EN MORON

La situación en Morón es bastante parecida, aunque la convivencia no es tan tangible como en Rota. En la localidad sevillana apenas residen una 400 familias frente a los 6.000 civiles y militares de Rota.

El portavoz de los trabajadores americanos de Morón, Bernabé Gámez, también ha notado el aumento de actividad. Ahora, en la base se desarrollan maniobras militares que debían haber acabado hace tres semanas. "Así intentan disimular, pero es evidente", dice.

Cuenta que han habilitado un hotel de 500 habitaciones que ahora está vacío en previsión de las fuerzas que puedan llegar, y cada día entran dos aviones cisterna para cargar y continuar su ruta.