Sin reproches ni recomendaciones, solo un diálogo constructivo. Así resumió ayer la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, el encuentro que tuvieron, la noche del jueves, el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y el nuncio del Vaticano, Manuel Monteiro de Castro. El Gobierno siempre ha intentado diferenciar sus cordiales relaciones con el Vaticano de las tensiones que tiene con la Conferencia Episcopal Española. Y, ayer, la vicepresidenta remarcó que las relaciones con Roma son buenas.

También la nunciatura hizo una lectura positiva de la cena, de tres platos y regada con vino tinto. "La impresión que se tiene en el Vaticano es que el encuentro fue muy bien", aseguraron fuentes de la Santa Sede, que pronosticaron que la cita "puede ayudar" a mejorar las relaciones entre el Ejecutivo y el Vaticano. Preguntada por si el nuncio había respondido a la queja que el Gobierno expresó a la Santa Sede por la nota de los obispos en la que pedían que no se votase al PSOE, De la Vega quitó hierro a la polémica: "No hay que buscar problemas inexistentes, más allá de que pueda haber discrepancias con la actitud de algunos representantes de la Conferencia Episcopal". Insistió en que las relaciones con el Vaticano son "correctas y de respeto".

A pesar de que el secretario de organización del PSOE, José Blanco, proclamó que el comunicado de los obispos había marcado "un "antes y un después", y que Zapatero ha jugado con la ambigüedad respecto a una posible revisión de los acuerdos con la Iglesia, ayer, la vicepresidenta aseguró que en la cena "desde luego" el presidente no planteó una modificación del acuerdo, de 1979, entre la Santa Sede y el Estado. De la Vega reiteró que el Gobierno exige "respeto" al episcopado, de acuerdo con la separación de funciones Iglesia-Estado, y que en caso de que haya que modificar alguna cuestión será en base a este principio.

"CONFIANZA Y EMPATIA" La cordialidad de la cena entre Zapatero y Monteiro fue valorada positivamente por Redes Cristianas, que agrupa a 160 colectivos, porque crea "confianza y empatía" para afrontar los problemas. El encuentro provocó las críticas de IU. Gaspar Llamazares interpretó la cita como un "cierre en falso" y añadió que contribuye "de manera negativa" sobre la aconfesionalidad del Estado.