El Gobierno arrancó esta semana en su momento de mayor debilidad desde que estalló la crisis del coronavirus. Las previsiones económicas son mucho peores que al principio de la pandemia. Las autonomías, entre ellas varias del PSOE, exhiben su malestar ante la escasez de información que les llega desde la Moncloa. Y la prórroga del estado de alarma, que se votará mañana en el Congreso, no está asegurada. El PP, Ciudadanos y el PNV, aliados del Ejecutivo a la hora de sacar adelante las medidas de confinamiento, señalaron ayer que no apoyarán o que aún no han decidido su voto, aumentando la sensación de inestabilidad. ERC, por su parte, ya anunció que votará no. Pese a todo esto, el Gobierno no prevé que salga derrotada la prolongación de la alarma, en una versión menos estricta, con la desescalada ya en marcha ante el descenso de muertes y contagios: presiona al máximo al PP para que, como mucho, se quede en la abstención, y al tiempo negocia in extremis con Cs y peneuvistas por si sorprendiera con un rechazo Pablo Casado y, entonces, fuera imprescindible el «sí» de los naranjas y al menos que los nacionalistas se abstuvieran.

TONO DURO / Pero este último es el plan b, porque el objetivo principal de Moncloa es que el jefe de la oposición critique si quiere, pero sin colocarse en el rechazo frontal. Y para ello varios ministros le dedicaron ayer un mensaje: «Estado de alarma o caos».

El tono del Ejecutivo hacia los conservadores, hasta ahora más o menos suave, cambió por completo. «El estado de alarma es imprescindible en la desescalada. Para seguir controlando la epidemia y activar mecanismos en el caso de un rebrote, que esperamos que no se produzca. Mejor no hacer experimentos que nos pueden llevar al caos», dijo el titular de Sanidad, Salvador Illa, durante su comparecencia.

A su lado, el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, se expresó de forma más dura. «Si la emergencia sanitaria sigue vigente, no hay ningún motivo para prescindir del instrumento jurídico más eficaz. Me dirijo especialmente al PP, para que no se deje arrastrar por quienes se valen de bulos y manipulaciones -señaló, en referencia a Vox- De hacerlo, tendrán que responder ante los ciudadanos si se produce un repunte de los contagios». «¿Qué otra alternativa hay si no es el caos y el desorden?», dijo.

CONTACTO TELEFÓNICO/ Poco antes, Pedro Sánchez y Casado habían mantenido una conversación telefónica de una hora. En ella, según el titular de Transportes, el líder del PP comunicó que «no va a apoyar» la prórroga, y Sánchez le avisó de «que eso puede llevar al caos económico y sanitario».

«En los términos en que la conocemos, no podemos apoyar la prórroga al estado de alarma», dijo por la mañana Casado en Onda Cero. «No tiene sentido más allá de 60 días». Además, defendió que hay instrumentos en el ordenamiento jurídico para amparar el mando único sanitario y limitaciones de movilidad.

El Ejecutivo, en cambio, considera que sin el paraguas del estado de alarma la gestión de la pandemia se hace imposible, porque las leyes sanitarias no tienen la misma fortaleza. Pero las posibilidades de que la prórroga no salga adelante son muy escasas: el PP y Cs tendrían que sumar su no al de Vox, JxCat, la CUP y ERC, que ayer mismo anunció (tras haberse abstenido en las anteriores votaciones) su rechazo a prolongar la medida por la «centralización» de competencias. Además, criticaron que no se les haya escuchado ni se hayan devuelto las competencias

Los colaboradores de Sánchez no creen que los populares voten en contra. Casado aparecería como el responsable de que el Estado quedase inerme ante una crisis de esta envergadura, señalaron, de ahí que el presidente insistiera el pasado sábado en este mensaje: «No hay plan b. El estado de alarma es una necesidad». Sin embargo sí se trabaja en uno: hay abiertas negociaciones con Cs y con PNV, que también se resiste. Si los populares fallan más de lo previsto al PSOE, el sí de los naranjas y la abstención nacionalista serviría. En todo caso conversaciones hasta el último minuto y sufriendo harían que la imagen de debilidad del Ejecutivo aumentara. Tras una votación que se prevé emocionante, los partidos se volverán a ver el jueves en la primera sesión de la Comisión de reconstrucción del Congreso, que arranca sin entusiasmo.